Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimenMuestra

Una de mis mayores luchas como discípula es lidiar con la incredulidad. Quiero vivir no solo como cristiana, sino como creyente, confiando ciegamente en Dios en cada área de mi vida. Pero con frecuencia, me encuentro dudando de que me ayudará. Esta fue otra área con la que Dios estaba tratando conmigo en el desierto.

Me mostró tres herramientas para enfrentar la incredulidad. Las llamé Re3: Reconsiderar, Reenfocar y Recordar. Primero, debo reconsiderar lo que me estoy permitiendo creer. Luego, necesito reenfocarme en lo que dice la Biblia, para poder caminar en la verdad sin perder de vista lo que es real en un mundo muy confuso. Y finalmente, necesito recordar la fidelidad, el poder y la presencia manifiesta de Dios, no solo en mi vida, sino a través de la historia y en la vida de personas cercanas a mí (por ejemplo, recordando Su sanidad milagrosa del linfoma de Hodgkin en etapa 4 de mi madre).

Recordar fue ordenado por el Señor. Después de que los israelitas deambularon por el desierto durante 40 años, debido a la incredulidad y desobediencia, Dios le dio a Josué instrucciones para entrar en la tierra prometida. Le ordenó a Josué y a los israelitas que fueran valientes para guardar las leyes que les había dado a través de Moisés, y a su vez Él pelearía sus batallas mientras tomaban posesión de la tierra prometida.

Una de las primeras formas en que mostró poder a través del liderazgo de Josué fue un milagro similar a uno que hizo a través de Moisés: la división del Mar Rojo. Esta vez, el río Jordán detendría su flujo río arriba para que los israelitas pudieran cruzar al otro lado en tierra seca. Sabiendo cuán rápido la generación anterior olvidó el milagro del Mar Rojo, Dios estableció una nueva estrategia.

Dios le ordenó a los israelitas que pusieran piedras conmemorativas. Les instruyó que recogieran las piedras de justo donde los sacerdotes estaban con el arca del pacto y que lo hicieran antes de que los sacerdotes salieran del Jordán. Aquí veo dos aplicaciones para nuestras vidas:

1. Las piedras debían ser recogidas del lugar donde la presencia de Dios había estado (representada por el arca del pacto).
2. Recoger las piedras debía hacerse antes de salir del lugar del milagro.

Obtenemos piedras de recordación del lugar donde la presencia de Dios nos encontró, y hacemos provisión para nuestra duda futura mientras estamos en el milagro. No podemos depender de nuestra memoria imperfecta, debemos hacerlo al momento en que sucede.

Esto puede ser algo tan simple como un diario de oración donde escribes testimonios, o algo más elaborado como una obra de arte inspirada en el milagro, una foto enmarcada que miras a diario, o cualquier cosa que sirva como un recordatorio de lo que Dios hizo por ti.

Tengo un anillo que es un recordatorio de una palabra que Dios me habló a través de Isaías. Esta promesa que Dios me dio fue tan poderosa, que memoricé el pasaje y compré un anillo que está directamente relacionado con el versículo. Cada vez que uso el anillo, recuerdo Su promesa y el momento en que Su presencia me encontró de una manera profundamente personal y poderosa. Estas son formas en las que hago provisión para los días en que sé que olvidaré Su fidelidad.

Cuando te encuentres reviviendo el desgarre y el sufrimiento, usa la herramienta de la remembranza en su lugar. Recuerda la fidelidad de Dios. Recuerda las promesas, la provisión y las oraciones que ha contestado. Y recuerda, Dios todavía está escribiendo tu historia.