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Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen

DÍA 25 DE 30

En todo el mundo, personas que alguna vez se quisieron están en desacuerdos que nunca fueron parte del plan. Para millones más, el desgarre fue causado por extraños. Algunos nunca tienen que volver a interactuar con la persona que los lastimó, pero para otros, es inevitable.

Algunos tienen su día en el tribunal, con la esperanza de recibir justicia, mientras que otros se preguntan qué harían si tuvieran la oportunidad de vengarse. Todas son historias dolorosas. Todas son circunstancias diferentes. Sin embargo, tarde o temprano cada uno de nosotros debe responder a la pregunta: ¿perdonaré?

Estar en el lado receptor de "Perdóname por lo que te hice" está fuera de nuestro control, ya que disculparse requiere al menos dos personas, pero perdonar solo requiere una. Una decisión: albergar o liberar. Aferrarse o dejar ir.

No es necesario que exprese lo obvio, pero lo haré: esto es difícil. Extremadamente difícil. ¿Viene de forma natural? No. ¿Es posible? Lo es cuando permanecemos en Cristo.

Sé que algunas cosas son más fáciles de perdonar que otras. Absolutamente. Y el tamaño de la ofensa suele ser un factor determinante en la rapidez con la que podemos perdonar. Es diferente para todos nosotros, pero lo similar es que el perdón es una decisión. Al igual que elegimos la rectitud, también debemos elegir perdonar, aunque sea por nuestro propio bienestar.

Es posible que hayas escuchado sobre los beneficios de perdonar. Según Robert Enright, cofundador de la organización sin fines de lucro International Forgiveness Institute, hay mucha evidencia de que el perdón tiene beneficios psicológicos como la reducción de la ira, la ansiedad y la depresión. También puede tener impactos positivos en nuestra salud, incluyendo una presión arterial más baja, un mejor sueño, niveles más bajos de inflamación inducida por el estrés y un sistema inmunológico más fuerte.

Perdonar no significa justificar al ofensor. Tampoco significa que tengas que convertirte en su mejor amigo, o que las relaciones se restaurarán a lo que solían ser o mejor, o que no busques justicia donde hubo infracción de la ley, aunque podría incluir eso para algunos de nosotros. El perdón se trata de extender misericordia a quienes nos lastimaron. Y sólo podemos brindar misericordia cuando reconocemos que nosotros también hemos recibido misericordia.

Sé que hay algunos actos tan atroces que es casi imposible imaginar perdonarlos. Por favor, escucha mi corazón en estas palabras. Aunque no conozco los detalles de tu historia, entiendo si así es como te sientes. Hay cosas que me imagino que no podría perdonar si me sucedieran a mí. Lo entiendo, mi amigo. Y sé que el Señor también lo entiende.

Cuando nos pide que escojamos este camino, es porque sabe que es el mejor camino para nosotros. Él juzgará a cada persona de acuerdo con sus obras, y nos invita a confiar en la redención que Él puede obrar para nuestras vidas cuando nos liberamos a nosotros mismos y a quienes nos lastimaron del poder destructivo de la falta de perdón. En lugar de permitir que nuestra sanidad sea completa, provoca más dolor y daño, y nos roba nuestra alegría, libertad y capacidad para movernos hacia los propósitos y planes que Dios ha preparado para nosotros.

La Biblia habla sobre el perdón docenas de veces, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. ¡Dios lo entiende muy bien! Él perdonó constantemente a un pueblo terco que continuamente pecaba en su contra. Sus pecados eran detestables para Dios, y sin embargo, les exhortaba una y otra vez que se apartaran de sus malos caminos y se arrepintieran, prometiendo que los perdonaría.

Cuando le enseñó a Sus discípulos a orar, Jesús nos enseñó a perdonarnos unos a otros tal como Dios nos perdonó a nosotros.

"Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre perdonará a ustedes las suyas" (Mateo 6:14-15 NVI).

Jesús estableció el perdón como una condición para nuestro propio perdón, y modeló esto en Su propia vida. Uno de los versículos más conocidos sobre el perdón fue pronunciado por Él mientras colgaba de una cruz, muriendo por los pecados del mundo.

"Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34a, RVR1960)

Esta es la muestra máxima del perdón: el Creador del Universo perdonando a los pecadores, incluso mientras lo crucificaban. Y nos pide que hagamos lo mismo. No por nuestra propia fuerza, sino apoyándonos y acercándonos a Él para que podamos imitarle.

Cuando nos sometemos a la voluntad de Dios y le pedimos que nos ayude a conceder el perdón, no espera que lo hagamos solos. Nos da la capacidad y el poder a través del Espíritu Santo que vive en nosotros. Entonces, ¿cómo lo hacemos, dónde empezamos?

Comenzamos en la cruz, mirando a Jesús. El tiempo que sea necesario. Si tienes que orar por ello a diario, ora por ello a diario. Dile a Dios exactamente cómo te sientes y por qué es difícil perdonar. Pídele que te ayude, que quite esa ira y amargura de tu vida, y que lo clave en la cruz junto con tus pecados y todo el mal que hemos hecho contra otros y contra Dios.

El perdón no se trata de quién tiene la razón o quién está equivocado. El perdón siempre es inmerecido. Incluso si nunca te piden perdón, aun así puedes concederlo. Es posible que no puedas decirle a la persona que te lastimó que la perdonas, pero hacerlo, incluso en tu corazón, te liberará del poder que esa persona aún podría tener sobre ti si no lo haces.

El perdón abre las celdas de la prisión del dolor, la amargura y la ira, para que puedas andar libremente con paz, sanidad y alegría. Con el tiempo, cuando nos damos cuenta de cuánto hemos sido perdonados, puede ser más fácil para nosotros extender el perdón.

Algunas señales de que estás en el camino del perdón son que:

  • Oras genuinamente por tus enemigos
  • Extiendes misericordia si tienes la oportunidad
  • Expresas menos ira y resentimiento
  • Estás agradecido por otras cosas en tu vida, a pesar de los desafíos que enfrentas
  • Resistes la tentación de chismear y calumniar
  • Eres fructífero en la tierra de tu sufrimiento
  • Te ríes más y estás menos consumido por el dolor

OLVIDAR - FRUCTIFICAR - PERDONAR

Tres ajustes de vida que aseguraron que el futuro de José ya no fuera marcado por vestidos rasgados, sino un vestido de lino fino.

Para meditar:

  • Medita y ora sobre los tres ajustes discutidos: olvidar, fructificar, perdonar.
  • ¿Qué consejo puedes implementar en tu vida para ayudarte a olvidar?
  • ¿Cómo se relaciona el permanecer en Jesús con ser fructífero en la tierra de nuestro sufrimiento?
  • ¿Qué es lo más difícil para ti cuando se trata de perdonar?
  • ¿Hay evidencia de perdón en tu vida o qué revelan tus acciones sobre dónde te encuentras en el proceso?
  • ¿Alguna vez has experimentado lo que se siente ser perdonado?

Acerca de este Plan

Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen

Usando la historia de José como base, Rasgado aborda la lucha por reconciliar el amor de Dios con el dolor. Si nos ama, ¿por qué permite que otros nos lastimen? Este plan nos enseña cómo volver a tener esperanza e intimidad con Dios a pesar del sufrimiento, cómo confiar en Sus planes y poder para redimir nuestras historias, tener éxito en la tierra de nuestro aflicción y olvidar, fructificar y perdonar. Es una adaptación del libro en inglés "Rasgado: Confiar en Dios cuando permite que otros te lastimen" de Karenlie Riddering.

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Nos gustaría agradecer a Apertura812 por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: karenlie.wixsite.com/apertura