“Una Confianza que No Defrauda”

En este mundo atravesaremos por procesos y experiencias que, si no estamos firmes, pueden nublar nuestra fe: fe en Dios, en sus promesas, en las personas, e incluso en la vida misma. Pero en medio de la confusión, el dolor o la incertidumbre, hay una fuente segura de confianza: Dios.

Damos gracias porque su Palabra está llena de promesas inquebrantables, muchas de las cuales ya hemos visto cumplirse a lo largo de la historia bíblica y personal, y otras que aún esperamos con certeza. “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. ¿Acaso dice y no hace? ¿Promete y no cumple?” (Números 23:19 RVR1960).

Cuando la vida te golpee con fuerza y sientas que no hay motivos para seguir creyendo, recuerda que Dios nunca quebranta su pacto ni olvida una sola promesa. Si Él lo dijo, lo hará. Si lo ordenó, sucederá. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán” (Mateo 24:35 RVR1960).

Los seres humanos fallamos —por error o por decisión— pero esa inconstancia no puede jamás ser motivo para dudar de la fidelidad de Dios. Él no cambia con las circunstancias, no actúa según emociones humanas. Él permanece.

Cuando tu fe flaquee, vuelve a la Escritura. Cada historia es un testimonio del carácter inmutable de Dios. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8 RVR1960). Su poder, su amor y su misericordia no han disminuido. Las señales siguen cumpliéndose, los milagros no se han detenido, y su gracia se manifiesta de muchas formas cada día.

Por eso, la Palabra de Dios es digna de toda confianza. Ella no solo nos sostiene: nos recuerda quién es Él y quiénes somos nosotros cuando confiamos plenamente en Él.

Reflexiona:

1. ¿En qué áreas de tu vida estás luchando para confiar en Dios plenamente?
2. ¿Qué promesas bíblicas han fortalecido tu fe en tiempos difíciles?
3. ¿Estás alimentando tu confianza en Dios a través de Su Palabra, o permitiendo que el mundo dicte tu nivel de fe?

Oración:

Señor, en medio de las tormentas y del dolor, ayúdame a recordar que tú eres mi roca firme. Que ni la traición de los hombres ni las circunstancias cambiantes apaguen mi confianza en Ti. Enséñame a volver a tu Palabra cada día y sostenerme en tus promesas que nunca fallan. En el nombre de Jesús, amén.