Todo Es en Él: 30 Días Redescubriendo Su Centralidad, Universalidad Y SupremacíaMuestra

Día 20 – Cristo y el Reino sin fronteras

La visión de Juan en Apocalipsis 7 nos muestra el destino final del propósito de Dios: una multitud incontable, de todas las naciones y lenguas, adorando al Cordero en el trono. Aquí entendemos que el Reino de Cristo no tiene fronteras. No pertenece a un país, a una cultura ni a una denominación: es universal, eterno y glorioso.

Desde Isaías, Dios ya había anunciado que llegaría un día en que todas las naciones subirían al monte del Señor para escuchar su Palabra (Is 2:2–3). Jesús lo confirmó en su ministerio: el evangelio del Reino sería predicado en todo el mundo, como testimonio a todas las naciones, y entonces vendría el fin (Mt 24:14).

El Reino sin fronteras significa que ninguna división humana tiene la última palabra. Cristo está derribando los muros de enemistad y construyendo una familia nueva en Él. Lo que antes nos separaba —lengua, etnia, clase social, tradición— es absorbido en la unidad del Cordero, porque “toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor” (Fil 2:11).

Esta visión también nos confronta con nuestra misión hoy. La Iglesia no puede encerrarse en su propia cultura o comodidad. Estamos llamados a anunciar y a encarnar un Reino que abraza a todos los pueblos. Cuando servimos, predicamos y discipulamos más allá de nuestras fronteras, estamos anticipando la realidad de Apocalipsis 7.

El Reino sin fronteras es nuestra esperanza y también nuestro mandato. El futuro ya está asegurado: Cristo será adorado por todas las naciones. La pregunta es: ¿seremos parte activa de esa expansión ahora?

Oración

Señor Jesús, Cordero en el trono, gracias porque tu Reino no tiene fronteras. Que mi vida se alinee con tu misión global y que mi corazón lata con tu pasión por las naciones. Hazme parte de esa multitud que anticipa y refleja tu gloria universal. Amén.

Acción del día

Hoy investigá o buscá una nación o un pueblo no alcanzado. Orá por ellos y pedí a Dios que levante obreros, y preguntale si vos también podés colaborar con su Reino sin fronteras.