Todo Es en Él: 30 Días Redescubriendo Su Centralidad, Universalidad Y SupremacíaMuestra

Día 19 – Cristo y la paz

La paz que el mundo ofrece es frágil, depende de acuerdos humanos y casi siempre termina rota. Pero la paz que Cristo trae es mucho más profunda: Él mismo es nuestra paz. No solo proclama paz, no solo enseña acerca de ella: Cristo encarna la paz y la establece por medio de su cruz.

En Efesios 2, Pablo describe cómo Jesús derribó la pared de enemistad que separaba a judíos y gentiles. En la cruz, Cristo no solo reconcilió al hombre con Dios, sino que también creó una nueva humanidad donde las divisiones pierden poder. La paz de Cristo no es ausencia de conflicto, es la presencia de una nueva identidad compartida en Él.

El evangelio es la noticia de que ya no somos extraños ni enemigos, sino miembros de la familia de Dios. Por eso, donde hay muros de odio, Cristo edifica puentes; donde hay guerras, Cristo ofrece reconciliación; donde hay heridas, Cristo abre camino para el perdón.

Isaías lo anunció siglos antes: el Mesías sería “Príncipe de paz” (Is 9:6). Jesús lo confirmó con sus palabras: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Jn 14:27). Esa paz no es circunstancial, es espiritual y eterna.

La Iglesia, como cuerpo de Cristo, está llamada a vivir y reflejar esta paz. Somos embajadores de reconciliación, agentes de unidad, testigos de que Cristo es capaz de unir lo que parecía irreconciliable. El mundo necesita ver en nosotros una comunidad donde la paz de Cristo gobierna por encima de toda diferencia.

Oración

Señor Jesús, Príncipe de paz, derribá en mí todo muro de división y haceme un instrumento de reconciliación. Que tu paz gobierne mi corazón y fluya hacia los que me rodean. Amén.

Acción del día

Hoy buscá intencionalmente reconciliarte con alguien con quien tengas tensión o distancia. Si no es posible hablar aún, empezá orando por esa persona. Dejá que Cristo, tu paz, derribe muros desde tu interior.