Todo Es en Él: 30 Días Redescubriendo Su Centralidad, Universalidad Y SupremacíaMuestra

Día 16 – Cristo y los marginados

Uno de los rasgos más escandalosos del ministerio de Jesús fue su cercanía con los marginados. Mientras los líderes religiosos lo criticaban por comer con publicanos y pecadores, Jesús respondía con claridad: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.”

Cristo rompió las barreras de exclusión de su tiempo. Tocó leprosos, habló con samaritanos, se sentó con recaudadores de impuestos, defendió a mujeres despreciadas y dio dignidad a los niños. Él mismo fue “despreciado y desechado entre los hombres” (Is 53:3), y en su encarnación asumió el dolor de los olvidados.

Esto revela que la universalidad de Cristo no es solo geográfica, sino también social. Su evangelio no se queda en los círculos de poder, sino que desciende a los márgenes donde nadie más quiere ir. Allí, donde la sociedad pone etiquetas de impureza o indignidad, Cristo extiende gracia y restauración.

El Reino de Dios se caracteriza por abrir la mesa a los que el mundo cierra la puerta. Zaqueo, el recaudador despreciado, terminó escuchando en su casa las palabras: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lc 19:9). La mujer samaritana, marginada por su pueblo, se convirtió en la primera evangelista de su ciudad (Jn 4).

La Iglesia, como cuerpo de Cristo, está llamada a reflejar esta misma misión. No podemos limitarnos a los “aptos” según nuestros criterios humanos. Debemos ir a buscar a los que nadie busca, acompañar a los que nadie quiere, y anunciar que en Cristo hay un lugar en la mesa para todos.

Oración

Señor Jesús, amigo de pecadores, enséñame a mirar como vos mirás. Líbrame de la religiosidad que excluye y dame tu corazón compasivo para acercarme a los marginados con amor y verdad. Amén.

Acción del día

Acercate hoy a alguien que suele ser pasado por alto: un compañero aislado, un vecino ignorado, alguien que la sociedad etiqueta como “indeseable”. Regalale tu tiempo, tu escucha o una palabra de dignidad.