30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

La palabra que reina sobre el fin

El viaje termina donde todo comenzó: en la victoria del Cordero. Si durante este plan has visto la palabra de Dios sanar, confrontar, edificar, sostener y resucitar, hoy la verás reinar. Porque la Escritura no es sólo consuelo para el presente… es garantía del futuro.

En la isla de Patmos, Juan fue exiliado por causa del evangelio. Solo, envejecido, lejos de todo… recibió una visión que sacudiría la historia. En medio de dragones, bestias, persecuciones y una humanidad entregada al engaño, vio un mundo dominado por confusión global: sistemas corruptos, religiones falsas, y una cultura que llama bien al mal y mal al bien.

Y sin embargo, allí, en el epicentro del caos, escuchó una voz más fuerte: “Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes” (Apocalipsis 17:14, NVI). No se trata de una posibilidad. Es un hecho; está escrito y sellado. Es inalterable.

Todo lo que te angustia hoy: la oscuridad, la injusticia, el pecado y hasta la muerte, será confrontado por el Cordero. Y el Cordero no pierde. Porque su palabra no falla. La voz que formó los cielos es la misma que aplastará al mal con una sola sentencia. No habrá un segundo round. No habrá margen de error. El Cordero vence, y tú, si estás en él, vencerás también.

El Apocalipsis no es un libro de terror, sino de esperanza. No anuncia el fin del mundo… sino la victoria de Cristo. Nos recuerda que, aunque el mal grite, la palabra de Dios sigue siendo el trono desde donde todo se decide. Su voz es la que sostiene a los fieles, la que guía a los que no se rinden, la que separa lo eterno de lo efímero.

Este plan no ha sido un simple recorrido de textos. Ha sido una preparación de guerra, una siembra de verdad, una revelación de victoria. Porque la palabra de Dios no termina en ti… fluye hacia el trono, donde Cristo reina por los siglos.

Hoy no cierres este ciclo con nostalgia. Ciérralo con alabanza. Porque si su palabra es viva, tú también lo estás. Y si su palabra es eficaz, nada que hayas vivido ha sido en vano. El mismo que venció seguirá hablando. El mismo que habló seguirá reinando. Y el mismo que reina… vendrá por ti.

Oración

Dios eterno, que hablas y el universo obedece, haz de mi vida un altar donde solo tu voz tenga autoridad. En un mundo que se arrodilla ante mentiras, yo me rindo a tu Verdad que nunca falla. Sella mi alma con tu palabra, inflama mi pecho con fuego santo, y que ni bestia, ni caos, ni ruina, ni sombra puedan apagar la luz que has encendido. Reina en mí, Cordero victorioso, hasta el día en que toda rodilla se doble ante ti.

En el nombre de Jesús.
Amén.