30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

La palabra que guía cuando todo parece permisible

Vivimos en una era que canoniza el deseo y entroniza la opinión. Donde el algoritmo dicta lo que ves, y la cultura te susurra: “Haz lo que quieras, permítete sentir, sigue tu verdad”. Pero ¿y si tu verdad no es la Verdad? ¿Y si lo que hoy abrazas como libertad es en realidad una cadena sedosa que mañana apretará tu alma?

“Todo me está permitido”, escribe Pablo en 1 Corintios, él se dirige a una iglesia en Corinto sitiada por el exceso, la sensualidad y la idolatría del yo. Pero añade con fuerza: “No todo es para mi bien… no dejaré que nada me domine” (1 Corintios 6:12, NVI).

¡Qué voz tan urgente para esta generación embriagada de opciones y adormecida por el entretenimiento!

No todo lo que se puede hacer… se debe hacer. Porque no todo edifica. No todo nutre. No todo honra a Cristo.

Quizás no adores ídolos de piedra, pero pasas horas frente a pantallas que tallan tus pensamientos. Te entregas a lo que no parece malo… pero te enfría la fe, te roba el gozo, y poco a poco, desvía tu hambre espiritual. La trampa de hoy no es solo el pecado evidente, sino la distracción constante que embota el alma y apaga el fuego.

La palabra de Dios, que es viva y eficaz viene hoy como espada y bálsamo. No para encadenarte, sino para despertarte. Porque la verdadera libertad no es hacer lo que quieras… sino tener el poder de decir “no” a lo que no te conviene y “sí” a lo que te transforma.

Una fe rendida a la Escritura es una fe que no flota a la deriva de las tendencias, sino que se ancla en la eternidad.

Cuando todo parezca lícito, escucha: ¿Esto que ves, consumes o permites… está edificando tu vida o demoliendo tu alma? Porque lo que toleras hoy con indiferencia, puede gobernarte mañana con tiranía.

El evangelio no vino a darte permisos vacíos, sino poder redentor. No vivas según el eco de la cultura, vive según la voz de Cristo.

Oración

Señor, líbrame de una libertad vacía que me esclaviza sutilmente tras cada elección sin discernimiento. Que tu palabra me despierte cuando el mundo me adormece con placeres que no edifican. No permitas que lo permisible suplante lo santo, ni que lo normal desplace lo eterno. Hazme temblar ante tu verdad más que ante la opinión del mundo, y obedecer aunque me cueste.

En el nombre de Jesús.
Amén.