30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

La palabra que multiplica cuando todo parece acabar

No era solo pobreza… era un grito de angustia. Una madre frente a la amenaza más cruel: perder a sus hijos por una deuda que no podía pagar. Ya no quedaban opciones ni salidas humanas. Pero en ese umbral del dolor, vino una palabra viva y eficaz. No una estrategia financiera, sino una orden que rozaba lo absurdo: “Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas” (2 Reyes 4:3, CST).

A veces, Dios responde a nuestra crisis no con explicación, sino con instrucción. No porque necesite comprobar nuestra fe, pues él ya la conoce, sino porque quiere formarla, fortalecerla y avivarla. Nos habla no para saber si confiaremos, sino para enseñarnos a vivir confiando más en su palabra que en nuestras circunstancias.

Lo único que aquella mujer tenía era una pequeña vasija con aceite y eso fue suficiente. Y ese acto de confianza desató un milagro que no cesó… hasta que no hubo más vasijas.

Ese es el Dios de la palabra viva y eficaz: uno que no solo consuela en la escasez, sino que transforma lo que diste por perdido. Uno que multiplica lo que das por terminado. Uno que no se rinde cuando tú ya no puedes más. Su poder no depende de lo que tienes, sino de cuánto estás dispuesto a obedecer. Porque no hay escasez que pueda frenar a un corazón rendido.

¿Y tú? ¿Has llegado al borde del desgaste? ¿Te rodean deudas, ansiedad, cansancio o la amenaza del “no hay más”? Entonces escucha: la voz de Dios sigue hablando. Tal vez no con promesas ruidosas, sino con instrucciones suaves. Recoge vasijas… Abre espacio… Prepara el terreno… Porque el milagro comienza donde termina tu lógica.

No subestimes una palabra que viene de Dios. Ella puede llenar lo que hoy ves vacío, multiplicar lo que ya diste por perdido. Porque en el reino de Dios, la fe abre el frasco… pero es la obediencia la que mantiene el aceite fluyendo.

Oración

Señor, enséñame a confiar más en tu voz que en mi escasez, y a obedecer incluso aquello que no entiendo. Que cada vasija vacía en mi vida se convierta en lugar de tu provisión abundante. Llena con tu poder lo que parece poco, y multiplica lo que me queda cuando todo se agota. Que mi casa nunca carezca de fe, ni mi alma de oídos atentos a tu palabra que es viva y eficaz.

En el nombre de Jesús.
Amén.