30 Días Con La Palabra Viva Y EficazMuestra

La palabra que hace llover de nuevo

¿Y si la sequía no fuera el punto final, sino el preludio de un milagro? ¿Y si la tierra seca que pisas hoy fuera el escenario que Dios eligió para manifestar su gloria? La Biblia declara en Santiago que: “La oración del justo es poderosa y eficaz. Elías era un hombre con debilidades como las nuestras. Con fervor oró que no lloviera y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos” (Santiago 5:16–18, NVI).

Elías no era un héroe mitológico. Santiago dice que era como nosotros: humano, débil, propenso al desaliento. Sin embargo, algo lo diferenciaba: cuando Dios hablaba, él respondía con oración. Su oído estaba atento a la voz divina, y su boca, dispuesta a clamar con fervor. No era un profeta perfecto, sino un hombre rendido. Y esa rendición movió la mano de Dios.

Muchos de nosotros hemos dejado de orar porque pensamos que no funciona. Porque el cielo ha estado cerrado demasiado tiempo, o el suelo no muestra fruto. Pero la palabra de Dios que es viva y eficaz no nos llama a orar desde la desesperación, sino desde la comunión. No para cambiar a Dios, sino para alinearnos con él. Porque cuando el alma se rinde, la oración ya no es un acto religioso, sino un canal de poder.

A veces Dios retiene la lluvia, no porque esté lejos, sino porque está cerca… trabajando en lo profundo. Él no busca oraciones perfectas, sino corazones que no se rinden. La fe que ora una vez confía, pero la que ora mil veces sin respuesta es fe refinada como oro en el fuego. Si estás en sequía, ora otra vez. Si te sientes seco, ora con lo poco que queda. Porque si su voz lo prometió, tu clamor jamás será en vano. Aún puede llover.

Oración

Señor, despierta en mí la fe que insiste, incluso cuando el cielo parezca estar en silencio. Haz que mi oración se alinee con tu voluntad y no con mi ansiedad. Que cada palabra sembrada hoy se convierta en fruto mañana. Y si mandas la lluvia, que primero llueva en mi alma.

En el nombre de Jesús.
Amén.