¿Quién Es Este Hombre?Muestra

¿Quién es este hombre, el Mesías, el Cristo?

En (Juan 4:25-26 RVR1960), frente a una mujer samaritana marginada y sedienta de propósito, Jesús revela por primera vez en público: Yo soy, el que habla contigo. Y en (Marcos 14:61-62 RVR1960), ante el juicio del Sanedrín, cuando le preguntan si es el Cristo, Jesús no se esconde: "Yo soy; y verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder (...)"

En esta historia Jesús rompe barreras culturales y religiosas al buscar a una mujer samaritana junto al pozo, ofreciendo agua viva que satisface más allá de la necesidad física. Su conversación revela su conocimiento íntimo de la vida de ella y su disposición a perdonar, transformar y dar identidad nueva. El encuentro culmina en revelación: Jesús como el Mesías que supera hostilidades y expectativas, llamando a una verdadera adoración en espíritu y en verdad.

A veces buscamos llenar el corazón con cosas que no duran: redes, amistades vacías, logros que no nos completan. Pero solo Jesús puede calmar esa sed profunda. Él nos invita a acercarnos sin miedo, tal como somos. Y cuando lo conocemos de verdad, no podemos quedarnos callados: queremos que otros también lo conozcan. No para señalar sus errores, sino para mostrarles que hay esperanza, perdón y una nueva historia por vivir.

No es suficiente con admirar a la distancia a Jesús. Hoy, se vuelve íntimo. El mismo que fue anunciado por los profetas, que caminó entre nosotros, que venció a la muerte, ahora llama a tu puerta con una verdad que transforma: Él es el Hijo del Dios viviente, el Mesías prometido, el Cristo que salva. Reconocerlo no es un acto religioso: es un acto de rendición. Es el momento en que le decimos: Toma mi historia, mi pecado, mi quebranto… y hazlo nuevo.

Y para ayudarte a contemplarlo, aquí tienes algunos de los nombres más profundos que se le dan a Jesús y lo que significan:

• Emanuel – Dios con nosotros. No es lejano; Él camina contigo.
• Cristo – El Ungido. Apartado para redimirnos.
• Mesías – El esperado. La esperanza cumplida de todas las generaciones.
• Cordero de Dios – El que quita el pecado del mundo. La ofrenda viva que te limpió.
• Príncipe de Paz – El que trae calma en medio del caos.
• Buen Pastor – El que da su vida por sus ovejas y te llama por tu nombre.
• Camino, Verdad y Vida – No solo una idea, sino la persona en quien se encuentra todo propósito.
• Luz del mundo – El que disipa tus tinieblas más profundas.
• El Alfa y la Omega – Tu principio y tu destino final.

Aceptar a Jesús no es añadirlo a tu vida como un elemento más. Es reconocer que Él es la vida. Que, sin Él, todo lo demás está incompleto. Es dejar de correr y volver al hogar… a Su corazón. Este día no se trata de mirar desde lejos, sino de responder con todo el ser: Tú eres mi Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Reflexión

1. ¿Qué áreas de mi vida aún no reconocen el señorío de Jesús, aunque con mis labios lo confiese como el Cristo? (Tal vez lo llamo Salvador… pero sigo confiando en mis fuerzas, en mis temores o en mis planes).
2. Si hoy me preguntara Jesús: ¿Quién dices tú que soy yo?, ¿qué diría?
3. ¿Lo reconoces en cada área de tu vida? ¿Vive en ti como Rey, Salvador y guía eterno?

Oración

Señor Jesús, tú que te acercaste a la samaritana sin juzgarla, acércate también a mí con tu amor que sana. Dame de tu agua viva, para que mi corazón no busque en lugares vacíos lo que solo tú puedes llenar. Enséñame a ver a los demás con tu mirada, sin prejuicios ni miedo. Haz de mi vida un testimonio que hable de tu gracia y tu perdón. Y que cada encuentro contigo transforme mi historia en esperanza. En el nombre de Jesús, amén.