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Un Matrimonio Que Da FrutoMuestra

Un Matrimonio Que Da Fruto

DÍA 9 DE 10

La mansedumbre: una virtud que transforma desde el interior

Mi primo estudia en el campo. Un día, a la hora del descanso, se sentó a comer en la parte de atrás de su escuela. En ese momento vio a una niña llorando porque su mamá no le había empacado comida.
Él le entregó sus salchipapas y ella comió hasta que estuvo llena.

Ese día él llegó a casa feliz, diciéndole a su mamá que Dios era muy bueno, porque lo había enviado a sentarse en un lugar en el que nunca se sienta, solo para quitarle el hambre a esa niña.
No estaba frustrado porque alguien se comió lo que le pertenecía, estaba feliz porque había marcado la diferencia en una vida esa mañana.

Ese es el corazón que todos deberíamos tener en el matrimonio.
Un corazón donde hacer lo bueno no es una carga, sino un privilegio.
Un corazón donde no busco lo mío, sino que tengo el privilegio de percibir las necesidades del otro y satisfacerlas con amor.
¿Qué matrimonio puede fracasar así?

La mansedumbre no es debilidad. Es fuerza bajo control.
Es tener el poder de herir… y elegir sanar.
Es tener la razón… y elegir el amor.

En un mundo que premia al que grita más fuerte, la mansedumbre es contracultural.
Pero es precisamente por eso que es tan poderosa: porque no nace del impulso humano, sino del Espíritu Santo.

Jesús mismo dijo:
“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 11:29 RVR1960).

Cuando el Espíritu produce mansedumbre en nosotros, dejamos de reaccionar desde el orgullo y empezamos a responder desde el amor.
Dejamos de competir con nuestra pareja y empezamos a cooperar.
Dejamos de insistir en tener la última palabra y aprendemos a cultivar la paz.

La mansedumbre no se trata de quedarse callado ante el abuso, pero sí de tener un corazón dispuesto a perdonar, a escuchar, a dialogar sin humillar.

Y en la raíz de esa mansedumbre… está la humildad:
“Con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás" (Filipenses 2:3-4 NVI).

La humildad nos permite ver a nuestra pareja como alguien valioso, no como un rival.
Nos recuerda que también fallamos. Que no estamos por encima de nadie.
Y cuando dos personas caminan en humildad y mansedumbre, el matrimonio se vuelve tierra fértil para la sanidad.

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mateo 5:5 RVR1960).

Ese “recibirán la tierra” no es solo una promesa futura. También es una promesa presente: las personas mansas heredan la paz, la armonía, la estabilidad emocional… y sí, matrimonios fuertes que impactan generaciones.

Oración

Señor, gracias porque en Ti encuentro el ejemplo perfecto de mansedumbre.
Ayúdame a soltar el orgullo, el impulso de controlar y la necesidad de tener siempre la razón.
Enséñame a responder con amor, incluso cuando me sienta herido.
Que mi corazón sea moldeado por Tu Espíritu, para que la mansedumbre sea mi forma de amar. Amén.

Acerca de este Plan

Un Matrimonio Que Da Fruto

El fruto del Espíritu Santo es una obra única que se manifiesta en virtudes como el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad y la fidelidad. Este plan de 10 días te invita a reflexionar en cada una de estas cualidades y a aplicarlas en tu matrimonio de manera práctica y transformadora.

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Nos gustaría agradecer a Amor Pingüino por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: amorpinguino.com