Un Matrimonio Que Da FrutoMuestra

El amor: El fundamento de todo
Cuando hablamos del fruto del Espíritu, el amor aparece primero. No porque sea más bonito o más romántico, sino porque es el cimiento. El orden importa. El amor debe ser la base de nuestra vida espiritual y matrimonial.
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Corintios 13:13 RVR1960).
Cuando pensamos en el amor, muchas veces lo asociamos con flores, mariposas o frases románticas. Pero la Biblia, en 1 Corintios 13, lo describe de otra manera: como una forma de ser. Una forma de vivir. El amor verdadero es paciente, bondadoso, humilde, libre de egoísmo y rencor. Es el tipo de amor que hace que sea agradable convivir contigo.
El amor es práctico:
— “Te explico otra vez cómo funciona la lavadora, no pasa nada".
— “Me alegra que ganes más que yo, estoy orgulloso de ti".
— “A veces me cuesta soltar mi punto de vista, pero quiero elegir el amor por encima del orgullo".
Cuando se te olvida amar a quien tienes al lado
Durante la peor época de mi matrimonio, se me olvidó lo que Jesús había dicho:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35 RVR1960).
Yo hablaba de Dios, pero me olvidé de amarlo a Él amando a quien tenía al lado.
Si mi esposo me invitaba a salir, yo —muy religiosa— le decía que prefería quedarme orando. Con mi boca alababa a Dios, pero con la misma boca destruía a mi esposo con crítica constante. En esa época iba a limpiar una iglesia, pero si él me pedía un favor, lo miraba con desprecio.
Hasta que llegamos al punto de casi divorciarnos. En medio de un dolor enorme, me di cuenta de que había perdido de vista lo esencial de seguir a Jesús: el amor. Yo pensaba que mi trabajo era cambiarlo a él, o sacarle la basurita del ojo… pero en el mío había una viga que me cegaba por completo.
No podemos desarrollar paciencia, gozo o dominio propio si no aprendemos a amar como Jesús. No a nuestra manera. No solo cuando “se lo merecen”. Jesús nos mostró el camino: amó primero. Amó a los que no lo entendían. Amó incluso en la cruz.
Y sí, en el matrimonio ese amor se pone a prueba cada día. Porque convivir es más difícil que predicar. Porque el ego nos grita más fuerte que el Espíritu. Porque hay momentos en los que lo que menos sentimos es amor.
Pero aquí está la clave: el amor no es un sentimiento, es una transformación interna. No es algo que se finge, es algo que se recibe del Espíritu y luego se refleja. Amar como Jesús no es una lista de deberes religiosos. Es el fruto de una vida rendida, que dice: “Jesús, transfórmame desde adentro. Hazme más como tú".
No se trata de esforzarte por amar más. Se trata de acercarte más a Jesús.
Porque mientras más lo amas a Él, más naturalmente amarás a tu cónyuge.
Oración
Espíritu Santo, quiero amar como Jesús. No solo cuando es fácil, no solo cuando me lo agradecen. Quiero que el amor sea mi raíz, mi respuesta y mi reflejo. Ayúdame a dejar de intentarlo en mis fuerzas y empezar a vivir transformado(a) por ti. Que mi matrimonio esté cimentado en el amor que viene de ti. Amén.
Acerca de este Plan

El fruto del Espíritu Santo es una obra única que se manifiesta en virtudes como el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad y la fidelidad. Este plan de 10 días te invita a reflexionar en cada una de estas cualidades y a aplicarlas en tu matrimonio de manera práctica y transformadora.
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Nos gustaría agradecer a Amor Pingüino por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: amorpinguino.com
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