Día 5 - Cuarto Decreto: ¡Eres santificado!

Miremos hoy, a la luz de la Palabra, lo que nos dice Hebreos 10:10: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (RVR1960).

Santidad y perfección son cosas diferentes. No somos perfectos, pero sí santificados por el sacrificio de Cristo (1 Corintios 1:2). La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7) y ahora caminamos luchando contra el pecado y buscando agradar a Dios (Romanos 6:11-14).

El enemigo quiere hacernos sentir hipócritas por afirmar que somos santos, pero la verdad es que Dios nos ha separado para Él (1 Pedro 2:9). Caeremos a veces, pero Dios nos levanta (Salmo 37:24).

Padre Bueno, te damos las gracias porque nos has dado un nuevo día; gracias porque en la Cruz del Calvario se pagó el precio de nuestra libertad y ahora somos santos para ti; ayúdanos cada día para avanzar y no desmayar; que si caemos nos levantes y des nuevas fuerzas para seguir en la batalla de la fe; danos entendimiento para alejarnos de aquello que nos separa de tu presencia; danos de tu amor, de tu gracia y de tu bondad para no señalar a los demás a causa de sus fallas porque sabemos que todos nosotros fallamos de una u otra manera. Que cada día recordemos que somos santificados y tratemos con todas nuestras fuerzas de guardar nuestro testimonio para ser luz en medio de la oscuridad, amén.