Liderazgo soberbio.

La soberbia es una actitud que distorsiona la esencia del liderazgo. Se manifiesta como una sensación de superioridad frente a los demás, alimentada por una valoración exagerada de uno mismo y un desprecio sutil —o evidente— hacia quienes nos rodean. Esta actitud, lejos de fortalecer el liderazgo, lo corrompe desde sus cimientos.

El líder soberbio suele creer que es más capaz, más valioso o más digno que los demás. Esta percepción lo lleva a comportamientos arrogantes, a una necesidad constante de ser admirado y a un deseo desordenado de ser preferido. En lugar de inspirar, impone. En lugar de guiar, controla.

A lo largo de la historia, la soberbia ha sido el detonante de algunos de los peores males sociales. Guerras, divisiones, abusos de poder y caídas estrepitosas han tenido su origen en líderes que se dejaron seducir por la ilusión de su propia grandeza.

Frente a este panorama, el liderazgo de Jesús se alza como un modelo radicalmente distinto. Su ejemplo no sólo es único, sino profundamente transformador. ¿Cómo es posible que, siendo el Hijo de Dios, jamás haya actuado con soberbia?

Jesús es el Rey de reyes y Señor de señores. Sin embargo, nunca buscó exaltarse a sí mismo. Enseñó a sus discípulos: «Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lucas 14:11). Su grandeza no se expresó en dominio, sino en servicio.

En lugar de despreciar a los demás, Jesús amó incondicionalmente. Dijo: «En esto conocerán que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35). Su liderazgo se fundamentó en el amor, no en la superioridad.

Aun siendo perfecto, no permitió que lo llamaran bueno en un sentido que pudiera alimentar el orgullo humano. Respondió: «¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios» (Marcos 10:18 RVR1960). Su humildad era auténtica, no una pose.

Y siendo el heredero de todo, nos invitó a seguir su ejemplo: «Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas» (Mateo 11:29 RVR1960).

Líder: detente un momento y hazte esta pregunta: ¿Alguna vez has liderado desde la soberbia? Mírate en el espejo de Cristo. Recuerda que «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (Santiago 4:6 RVR1960). La verdadera grandeza no se encuentra en ser preferido, sino en reflejar el carácter de Jesús.