Cambiar tus actitudes, cambiará tu manera de vivir.

La actitud de un líder frente a la vida no es un detalle menor: puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. La Biblia nos ofrece un ejemplo vívido de esto en la historia de Nabal y Abigail, narrada en 1 Samuel 25. Este relato revela cómo nuestras actitudes no solo afectan nuestras relaciones, sino que también pueden alterar el curso de nuestro destino.

Nabal era un hombre acaudalado, pero su carácter dejaba mucho que desear. Era tosco, arrogante y falto de discernimiento. Cuando David —quien había protegido a los pastores de Nabal— envió a sus hombres a pedir provisiones, Nabal respondió con desprecio y altivez, negándose a ayudar. Su actitud egoísta y ofensiva no solo puso en riesgo su vida, sino también la de su familia y sus siervos.

En contraste, Abigail, su esposa, demostró una actitud radicalmente diferente. Al enterarse de la situación, actuó con rapidez, sabiduría y humildad. Preparó alimentos y fue al encuentro de David para interceder por su esposo. Su actitud conciliadora, respetuosa y valiente evitó un derramamiento de sangre innecesario.

Este episodio nos deja lecciones profundas sobre el poder de la actitud en el liderazgo:

La influencia del entorno: Las personas que nos rodean pueden moldear nuestras actitudes. Nabal, rodeado de riqueza y poder, desarrolló una actitud soberbia. Abigail, en cambio, a pesar de vivir con un hombre difícil, cultivó una actitud sabia y humilde.

Las actitudes y las relaciones: Muchas veces, los conflictos no nacen de las circunstancias, sino de las actitudes. La arrogancia de Nabal casi provoca una tragedia. La humildad de Abigail restauró la paz.

Actitudes como causa y efecto: Nuestros pensamientos determinan nuestras acciones. La actitud negativa de Nabal provocó una reacción hostil. La actitud positiva de Abigail generó reconciliación.

La actitud y el destino: Las actitudes tienen consecuencias eternas. Nabal murió por su necedad. Abigail, en cambio, fue honrada y terminó convirtiéndose en esposa de David.

Líder: ¿Qué actitudes estás cultivando? ¿Cuáles te están limitando y cuáles te están impulsando hacia tu propósito? Cambiar tu actitud puede cambiar tu vida. Un liderazgo transformador comienza con una renovación interior. Decide hoy adoptar actitudes alineadas con el corazón de Dios. Esa decisión marcará la diferencia entre liderar desde la carne o desde el Espíritu.