Alimento Que EdificaMuestra

El Mundo

Duele ver en el mundo los actos de maldad, de perversidad, de violencia, de corrupción, de destrucción y de muerte que cada vez van cobrando más fuerza por causa de la rebelión que el hombre ejerce contra Dios.

Duele ver la doble moral que emana de los corazones hipócritas y ensimismados, cuyo objetivo es lograr lo que individualmente conviene a costa de lo que sea y de quien sea.

Duele ver la maldad que es evidente a los ojos, por la forma tan atroz en que se manifiesta; sin embargo, duele también esa maldad que sutilmente trata de esconderse a través de una vestidura de falsa moral y falsa piedad, cuya fachada deja entrever la perversidad de los pensamientos, las palabras, los sentimientos y las acciones; en general, la podredumbre del corazón.

Duele ver lo que es el mundo, duele ver cómo todo se pone cada vez peor, a lo bueno llaman malo, a lo malo bueno.

Pese a todo esto, bendita la esperanza que tenemos en la salvación que Jesucristo nos ha dado, para que a pesar de estar en este mundo podamos vivir en los diseños de su Reino, acorde a los principios, la verdad y la sabiduría de su Nombre; teniendo como motivación aquellas promesas que han de cumplirse de acuerdo a su voluntad, viviendo en gratitud por lo que ha hecho en nosotros y por lo que seguirá haciendo también en favor de muchos otros que recibirán el mismo don.

Aunque duele ver lo que se ve en el mundo, nos debe alegrar la esperanza eterna que tenemos al ver los propósitos de Dios que se están cumpliendo según su Palabra. Él ya nos ha advertido, no hay de qué sorprendernos, no hay por qué desanimarnos. Sí, esto se pone cada vez peor; sin embargo, nuestra tarea es mantenernos firmes y evitar que la oscuridad del mundo penetre nuestro corazón; debemos enfocarnos en seguir brillando con su Luz "Cristo Jesús" para que quizá muchos otros a nuestro alrededor sean inquietados, tocados y alineados por el Espíritu de Dios para vivir en esta bendita gracia que nos cubre.

Que la oscuridad que vemos en el mundo sea un motivo para alabar a nuestro Padre y honrarlo a través de la obediencia, reconociendo que nosotros también estábamos como el mundo; que no se nos olvide que nosotros también estábamos en la misma condición mundana, en la misma condición de pecado y maldad, y que solo por gracia fuimos mirados por Jesús; y por Él, fuimos acogidos por voluntad del Padre para estar hoy en sus caminos. Que como los del mundo andábamos y en el mundo nos deleitábamos a causa de nuestra rebelión y nuestra perversidad; que si no fuera por la gracia de Dios, hoy seguiríamos ahí, en tinieblas, envueltos en nuestros pecados, perdidos en la oscuridad.

Que nuestro pasado sea una motivación para llevar a otros las Buenas Nuevas, para que conforme la voluntad de nuestro Padre, otros muchos puedan también participar de la sobrenatural gracia de la que hoy participamos sin mérito ni merecimiento alguno.