Una vida de intimidad con DiosMuestra

La iglesia despierta

La iglesia dormida es inútil en las batallas espirituales, carece de poder y no busca la santidad. Pero cuando la iglesia se despierta, el Espíritu la viste de fortaleza para vencer el pecado y predicar la Palabra con osadía.

Dios, antes de despertar la conciencia de los incrédulos para salvación despierta a los creyentes para purificación. Hebreos 9:14 dice: “...¡la sangre de Cristo... purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!” (NVI).

¿Acaso no reconocemos el declive espiritual de la iglesia y la tibieza de los corazones ‘creyentes’ llenos de incredulidad? ¿Acaso no vemos las concesiones que se hacen al mundo, al pecado y al diablo? Vivimos para complacernos y usamos la Palabra para beneficiarnos. No amamos a la iglesia ni a los perdidos. Nuestros corazones arden, pero no por el Señor sino de celos y envidias. Disimulamos pero no cambiamos.

Oseas 10:12 dice en otra versión: “...Aren la dura tierra de sus corazones, porque ahora es tiempo de buscar al SEÑOR para que él venga...” (NTV).

Cuando Dios se acerca, la iglesia se hace consciente de su cercanía y la santidad no es opcional: “...procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor”, Hebreos 12:14 (NTV).

Cuando el Señor se manifiesta, la iglesia apática se convierte en una iglesia militante, la iglesia indolente al pecado se convierte en una iglesia apasionada por Dios que busca agradarlo en temor reverente y santidad. Pero no todos aceptan de buen grado estos cambios.

En el inicio del avivamiento los corazones son revelados y, como los pecados son confrontados, algunos que los prefieren en lo íntimo de su ser buscarán diversas maneras para apagar el genuino mover del Espíritu: “En ese tiempo, yo investigaré... con candiles (linternas), y castigaré a los que reposan tranquilos sobre sus inmundicias, y piensan: El Eterno ni hará bien ni mal”, Sofonías 1:12 (NRV 1990).

Acostumbrados a pecar sin afrontar las consecuencias creen que se burlarán del Señor. Pero cuando Dios se acerca nadie sabe qué puede pasar. Debemos entender que Dios es fuego consumidor: “Así que... seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente, porque nuestro Dios es fuego consumidor, Hebreos 12:28-29 (BAD).

Si nos humillamos el fuego nos purifica, pero si nos endurecemos el fuego nos consume. ¿Qué haremos? ¿Cómo responderemos?