Una vida de intimidad con DiosMuestra

Ambiente de honra

En mayo de 2017 el Espíritu Santo nos dijo en un tiempo de oración en la madrugada: “Tan solo ocúpense en preparar un ambiente de honra, yo iré y me haré cargo”. Nunca habíamos sido confrontados con esto. No sabíamos cómo proceder. ¿Qué significa preparar un ambiente de honra? Si esta orden fue dada, la responsabilidad era nuestra.

Comenzamos a preguntarle: “Señor, ¿cómo llevar adelante lo que nos estás pidiendo?”. El Espíritu de Dios nos mostró aquellos aspectos que nos correspondía a nosotros y cuáles eran de su incumbencia. Uno confunde muchas cosas. En aras del amor disimula el pecado, en aras de la justicia impone disciplinas externas, en aras de la santidad predica pero intentando no ofender la conciencia de quienes escuchan. Queremos honrar al Señor, pero apañando el pecado y predicando tibieza.

Fuimos confrontados. Su gloria era lo importante. Dios no pondría orden por nosotros. Había que tratar con el asunto del pecado en nuestra propia vida, en el púlpito y en cada área de la iglesia, ya sea en el edificio o el funcionamiento de los ministerios, así como en los hogares que estaban representados por los creyentes que asistían.

Comenzó la santificación, la limpieza y purificación, paso a paso. También la resistencia. Cada avance implicaba una lucha. A la carne no le gusta ir a la cruz. Comenzamos a ver los errores en la forma de pensar de la iglesia que se sostenían como si fueran principios bíblicos, pero eran ideas humanas. Por ejemplo, puedo ser iglesia en mi propia casa, pues así se reunían los primeros cristianos, (¿cómo explicas Hebreos 10:25: “no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos...”, NTV?).

Con paciencia, porque así nos trata Dios, venimos enseñando que: 1) Jesús fundó su iglesia. 2) Por eso debemos amarla. 3) Debemos velar para crecer en la comunión. 4) Mis ‘opiniones’ tienen que estar sujetas al Espíritu Santo. 5) Si lo que creo, pienso o expreso produce frutos amargos no puedo decir que Dios es el que me habla. Santiago 3:14-16 dice: “si tenéis envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejad de presumir... Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es...diabólica. Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas”, BAD).

“Señor, líbrame de la confusión. Líbrame del poder del pecado, de todo orgullo y presunción. Renuncio a los celos, a las envidias y rivalidades. No disimulo ni justifico mi maldad, quiero confesar todo yerro y arrepentirme para que tú puedas bendecirme. Amén”.