Una vida de intimidad con DiosMuestra

Volverse a Dios
“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”, 2° Crónicas 7:14 (BAD).
Josías leyó una profecía de juicio que provocó el anhelo por el avivamiento. No se resignó a la destrucción sino que se humilló. Tuvo temor del Señor y respondió con arrepentimiento. A lo largo de la historia, reyes ‘buenos’ y profetas ‘intrépidos’ condujeron al pueblo a volverse a Dios. Habacuc 3:2 dice: “¡Dios mío, yo sé bien todo lo que has hecho, y por eso tiemblo en tu presencia! Déjanos ver en nuestros días tus grandes hechos de otros tiempos; si te enojas con nosotros, no dejes de tenernos compasión” (TLA).
¡Qué distinto fue el caso del sacerdote Elí! “Y Elí dijo: Él es Jehová; que haga lo que mejor le parezca”, 1° Samuel 3:17-18 (RV95).
Romanos 2:4-5 expresa: “¿No te das cuenta de lo bondadoso, tolerante y paciente que es Dios contigo? ¿Acaso eso no significa nada para ti? ¿No ves que la bondad de Dios es para guiarte a que te arrepientas y abandones tu pecado? Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira...” (NTV).
Son los creyentes y no los pecadores; los que aceptaron a Cristo y no los ateos los que están involucrados primordialmente en un avivamiento. Avivar significa “vivificar”, “reanimar”, “despertar los sentidos de una persona”, “cobrar vida o vigor”, “actuar de manera diligente”, “aumentar el fuego”. El avivamiento implica un despertar. Mientras dormimos estamos desconectados del mundo, pero cuando despertamos entendemos muchas cosas.
La iglesia que ‘duerme’, que no está vigilante ni activa en el Señor, está desconectada del mundo espiritual e ignora cómo avanzar eficazmente. Se enreda en asuntos de la carne y el pecado abunda. ¡La vivificación de la iglesia es la raíz del avivamiento!
Habacuc 3:2 señala: “...Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer...” (VRV).
La presencia y la revelación fluyen cuando los creyentes en Cristo son despertados por el Espíritu Santo. El vigor espiritual se multiplica, la fe adquiere potencia, la oración se enciende en fuego, los corazones se purifican, los pecados son confesados y abandonados. Surge novedad de vida. Se acrecienta el gozo y aun en las dificultades se experimentan plenitud y prosperidad. ¡Clamemos por un avivamiento!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/