Una vida de intimidad con DiosMuestra

La gran lección en la escuela del Espíritu Santo
¿Cuál es esa ‘gran lección'? Que todos hemos sido llamados a servir a Dios. Pero, servir a Dios no es lo mismo que servir para Dios. Debemos hacer ambas cosas. Sin embargo, el lugar secreto es más importante que el ministerio público.
Los evangelios declaran esta realidad de manera tangible. Se dice que Jesús “Estableció a doce, para que estuviesen con él (servir a Dios), y para enviarlos a predicar (servir para Dios)”, Marcos 3:14. Este versículo sustenta el lema de nuestra iglesia: Por una vida de intimidad y servicio a Dios.
Pablo y Bernabé servían a Dios en intimidad cuando el Espíritu se reveló: “...Sirviendo ellos al Señor...”, Hechos 13:2 (PB). Siendo Samuel un niño, el Señor lo llamó mientras “ministraba a Jehová en presencia de Elí”, 1º Samuel 3:1.
Servir a Dios como sacerdotes santos es nuestra primera responsabilidad: “Ustedes serán mis sacerdotes... y se apartarán de todo para servirme solo a mí”, Éxodo 19:6 (TLA). La actividad para Dios nunca debe reemplazar nuestra relación con Dios. La trampa más común en la que caen los creyentes (incluyendo líderes y pastores) es la de creer que servir al pueblo de Dios es lo mismo que servir a Dios.
Dios llamó a los levitas para que estuvieran en Su Presencia y lo sirvieran; sin embargo, tiempo después servían al pueblo en presencia de sus ídolos: “Los levitas... se apartaron de mí... y servían al pueblo frente a sus detestables ídolos...”, Ezequiel 44:10-13 (PDT).
Cuando tú dejas de servir a Dios en la intimidad y te concentras en servir al pueblo, comienzas a hacer lo que agrada a la gente y tratas de acomodar la verdad para que no se sientan intimidados o molestos. En vez de corregir, apañas. Y terminas deshonrando a Dios. Esa fue la diferencia entre Moisés y Aarón.
En el libro de Éxodo verás a Moisés en la montaña, mientras que Aarón permanece con el pueblo. Aarón prefería estar en el valle con la gente antes que en el monte, en la presencia de Dios. ¿Por qué? Porque Aarón temía más a las personas que a Dios. Finalmente les daría lo que ellos querían: un ídolo. A menudo el líder que carece del temor del Señor utiliza los dones que Dios le ha dado para llevar a cabo los deseos de la gente y no los del Señor. ¡Qué no te ocurra algo parecido! ¡Lucha por tu intimidad con el Señor!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/