Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cristianos almidonados y planchados, pero no lavados II
“...Crié a mis hijos y los saqué adelante, pero ellos se rebelaron contra mí... Han dejado al Señor... ¿Por qué buscan más castigo...? Tienen toda la cabeza lastimada y el corazón todo enfermo”, Isaías 1:1-5, PDT.
A Jesús le costó su vida edificar la Iglesia y nosotros pensamos que nada nos costará hablar mal de ella o tratarla descuidadamente. ¡Qué ingenuos!
¿Y cómo podemos honrar Su Iglesia?
1. Siendo fieles en las responsabilidades que Dios nos asigna. Solemos ser más responsables con nuestros jefes terrenales que con el trabajo para Dios. ¿Sabes por qué no tenemos mayor revelación? Porque no podemos con la que ya poseemos. Más luz atraería una condenación más extrema en el día del juicio. Dios dijo de Moisés: “De toda mi casa, él es en quién confío”, Números 12:7 (NTV). Dios confiaba en Moisés porque “fue fiel cuando se le encomendó toda la casa de Dios”, Hebreos 3:2 (NTV). ¿Cómo pretendes que Dios te confíe un nuevo ministerio, si abandonaste el último en el que estabas? ¿Cómo quieres que Dios te dé una misión si la última cosa que te pidió no la hiciste? ¡Vuélvete una persona confiable y verás lo que Dios puede hacer a través de ti!
2. Ejerciendo los dones espirituales. “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido”, 1a Pedro 4:10 (NVI). En un solo capítulo Pablo menciona 5 veces que los dones deben fortalecer la iglesia del Señor y no al individuo que los posee, 1ª Corintios 14:4, 5, 12, 17 y 26. Feliz quien conoce su don y lo emplea edificando el Cuerpo de Cristo. ¿Estás usando los dones y talentos que Dios te ha dado de manera generosa para beneficio de los demás?
Finalmente, ¿cómo te das cuenta si los creyentes tienen en menos la iglesia del Señor? Por las decisiones que toman: se ponen de novios y no sirven con la misma intensidad y pasión que antes. Se casan y el servicio es lo primero que postergan. Aumentan las demandas laborales y disminuye el compromiso con la iglesia. Algunos incluso dejan de congregarse “para buscar a Dios”. ¡Qué paradoja! NO RECORTAN las redes sociales, el entretenimiento, el deporte y mucho menos el trabajo, pero sí la iglesia. Miremos a Pablo. “...si el vivir...resulta...en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger... Y... sé... que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe”, Filipenses 1:21-25 (RV 95). ¡Sigamos su ejemplo! Organicemos la vida alrededor de Dios y de Su Iglesia.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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