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Una vida de intimidad con Dios

DÍA 84 DE 365

Cristianos almidonados y planchados, pero no lavados

“...Yo les transmito lo que recibí del Señor... Cualquiera que coma...en forma indigna es culpable de pecar contra el cuerpo... del Señor. Por esta razón, cada uno debería examinarse... Pues, si alguno come el pan y bebe de la copa sin honrar el cuerpo de Cristo, come y bebe el juicio de Dios sobre sí mismo. Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto”, 1ª Corintios 11:23-30 (NTV).

Pablo es categórico: participar de la cena SIN HONRAR el cuerpo de Cristo que es la iglesia (Efesios 1:13 y 1ª Corintios 12:27) atrae juicio sobre sí.

Este pasaje nos invita a escudriñar nuestra vida y evitar el castigo; pero va más allá pues indica que debemos examinarnos para ver si apreciamos la iglesia como cuerpo de Cristo.

¡Honramos tan poco a la iglesia! Se habla de la novia de Cristo con tanta ligereza como si se tratara del gobierno de turno o un club de fútbol. Pero la muerte de nuestro Señor dio lugar a la creación de la iglesia. Él dijo: “sobre esta roca edificaré MI iglesia, Mateo 16:18. La enseñanza es muy seria: Esa es la razón...son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto, v. 30. ¡Cuidado! La anemia y aun la muerte espiritual o física podrían ser el resultado de despreciar la iglesia del Señor.

Deshonrar a la iglesia acarrea juicio, debilidad, enfermedad y aun muerte. El “pan de vida” puede transformarse en “pan de muerte” si no tenemos la disposición y actitud correcta a la hora de participar de la cena.

¿Lo sabías? En algunos casos los males físicos son castigos por un mal moral. Por ejemplo Pablo les recuerda a los creyentes el error que cometieron los israelitas en el desierto: “Y no debemos cometer inmoralidad sexual como hicieron algunos de ellos, lo cual causó la muerte de veintitrés mil personas... Y no murmuren como lo hicieron algunos de ellos, y luego el ángel de la muerte los destruyó, 1ª Corintios 10:8-10 (NTV). La inmoralidad sexual y la murmuración trajeron como consecuencia sufrimientos físicos.

“Amado Señor, perdón por no estimar a la iglesia de la forma en que tú mismo la consideras. Perdón por las palabras sueltas y toda murmuración de mi alma. No quiero sufrir innecesariamente. No quiero atar mi vida a la debilidad ni a la enfermedad. Ayúdame a vivir amando lo que tú amas. En el nombre de Jesús. Amén”.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/