Una vida de intimidad con DiosMuestra

Por qué nuestras oraciones no tienen respuestas
“Como un ciervo busca agua fresca cuando tiene sed, así me desespero yo buscándote”, Salmo 42:1 (PDT).
David era un hombre fervoroso: “Oh Dios... yo te busco intensamente...”, Salmo 63:1 (BAD). Otra versión dice: “desesperado te busco”, (PDT). Nuestro amor por Dios no debe ser desapasionado sino ardiente e intenso. ¿Sabes lo que dice la Biblia acerca de las personas que buscan a Dios fervorosamente? ¡Que sus oraciones tienen poder! “La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos”, Santiago 5:16 (NTV). Si esperamos bendición y avivamiento, entonces tenemos que estar dispuestos a luchar con Él en oración. Una vida a lo fácil, sin negarse a sí mismo, nunca será una vida de poder. Pelea en oración y pronto la bendición vendrá sobre ti.
El tamaño de tu ministerio estará determinado por el tamaño de tu vida de oración. Observa aquella primera iglesia. Hallarás creyentes centrados en Dios. ¿Estás dispuesto a dejar de enfocarte en lo que tú haces para Dios y enfocarte en lo que Dios está haciendo? ¡Lo que necesitamos urgentemente son discípulos del aposento alto!
“Es tiempo de buscar al SEÑOR, hasta que él venga...”, Oseas 10:12 (DHH). “Hasta que él venga” es prevalecer delante de Dios. Solo aquellos que permanecen delante de Dios son lo que pueden vivir un avivamiento personal. Si Dios dijo que lo único que necesitamos es su Espíritu (Zacarías 4:6), entonces debemos pedir por Él. La clave es pedir y seguir pidiendo hasta recibir: “Si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia. Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden...”, Lucas 11:8-9 (NTV). Jesús nos enseñó a pedir hasta recibir. ¡Pide por su presencia! Ten presente que estás esperando algo que Él ya ha prometido.
Prevalecer en oración delante de Dios no es para timoratos. El fervor y la constancia arrebatan bendiciones. Muchos de los que oran jamás reciben porque jamás perseveran. El precio de la bendición suele ser más alto del que generalmente estamos dispuestos a pagar o, puede llevar más tiempo del que estamos dispuestos a esperar. Solo los que prevalecen se llevan la bendición. ¿Serás uno de ellos?
“Señor. No te pedimos algo que no hayas prometido y no esperamos menos de lo que prometiste. Pedimos ser bautizados con el Espíritu Santo. Vivir en tu presencia todos los días es nuestro más grande deseo. Amén”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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