Una vida de intimidad con DiosMuestra

El secreto está en el lugar secreto
“Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración...”, Hechos 1:14 (NTV).
El secreto del avivamiento comienza en el lugar secreto. Después del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés TODOS los creyentes “perseveraban... en las oraciones”, Hechos 2:42. Cuando la bendición cayó como un aguacero desde el cielo y la obra creció al punto en que ya no la podían atender, los apóstoles tomaron una seria decisión: “Nosotros persistiremos en la oración...”, Hechos 6:4. El poderoso movimiento que trastornó el imperio más grande de todos los tiempos nació en oración, avanzó en oración y se sostuvo por medio de la oración.
¿Y cuál fue el resultado de la oración? ¡Ciudades enteras sacudidas por el poder de Dios y miles de conversiones! Por ejemplo, cuando Pedro sanó a un hombre postrado en la ciudad de Lida: “Todos los habitantes... se convirtieron al Señor”, Hechos 9:35 (NTV). ¿Toda una ciudad convertida por la sanidad de una persona? NO, no te confundas. No fue la sanidad sino la manifestación del Espíritu Santo. La clave es la presencia del Espíritu Santo. En una época creíamos que si las personas veían milagros se convertirían en masa. Organizamos periódicamente noches de milagros con la intención de que la iglesia creciera. ¿Hubo milagros? ¡A montones! ¿Se convirtieron muchas personas? ¡Nada fuera de lo normal! Con el tiempo aprendimos que no son los milagros los que atraen a la gente a Jesús sino SU PRESENCIA. Por supuesto que no negamos la necesidad de orar por milagros, lo que decimos es que cuando cambiamos el enfoque y buscamos a Dios en primer lugar logramos mayores resultados que los que habíamos obtenido en todos los eventos de milagros juntos.
¡La presencia de Dios atrae a las multitudes! A comienzos del 1900, en Gales, hubo una visitación preciosa del Señor, al punto que la gente caía en las calles pidiendo perdón por sus pecados. La convicción era tan fuerte que las personas viajaban kilómetros en la nieve para encontrar algún cristiano o ministro que les predicara la Palabra. Las cantinas se cerraban y las mulas tuvieron que ser reeducadas debido a que los mineros ya no proferían malas palabras. ¿Cuál fue el secreto? La oración. El lema era: doblar la iglesia y salvar a las personas. Los grandes movimientos del Espíritu Santo fueron precedidos por grandes movimientos de oración, y duraron lo que duró el movimiento de oración que los sostuvo. Por tanto, si quieres avivamiento comienza con la oración perseverante.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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