Una vida de intimidad con DiosMuestra

Adónde los sueños de Dios te lleven
“...Ya pasaron bastante tiempo en este monte. Es hora de levantar el campamento y seguir adelante...”, Deuteronomio 1:6-7 (NTV).
Los desiertos no duran para siempre. El desierto estaba a punto de ser historia para Israel. El tiempo de la prueba llegaba a su fin. ¿Puedes creer que la peor temporada de tu vida está terminando? ¡Los problemas no llegaron para quedarse! “...Tal vez lloremos por la noche, pero en la mañana estaremos felices”, Salmo 30:5 (TLA). Jesús dijo: “Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír”, Lucas 6:21. Cualquiera sea la situación actual, Dios ya le ha puesto un punto final. ¿Lo crees? El informe médico podría decir que no hay esperanza, tus amigos podrían haberte abandonado, tus errores podrían haberte llevado demasiado lejos. Podrías creer que no tienes demasiados contactos o influencia. ¡Qué importa! Lo único que necesitas es creerle a Dios. ¡El Señor puede hacer cualquier cosa, cambiar cualquier persona e intervenir en todo tipo de circunstancia! Tu parte es honrarlo y obedecerlo.
Solo tendrás lo que te animes a tomar. “¡Miren, les doy toda esta tierra! Entren y tomen posesión de ella”, Deuteronomio 1:8 (NTV).Cada vez que Dios te dé algo, tú tienes que tomarlo. No alcanza con creer que Dios te lo dio, necesitas poseerlo. Dos meses después de que Israel saliera de Egipto llegaron al monte Sinaí, donde estuvieron dos años, Éxodo 19:1 y Números 10:11. Transcurrido ese tiempo el Señor les ordenó marchar hacia la tierra prometida por un camino que les llevaría a su destino en solo once días, Deuteronomio 1:2, 6-8. Sin embargo pasaron 38 años antes de que pudieran entrar a Canaán y, aun así, no tomaron toda la tierra que Dios les había dado. ¿Cuál fue la razón? La incredulidad. “...No pudieron entrar por causa de su incredulidad”, Hebreos 3:19 (NVI). La falta de fe en Dios los condenó a vivir en el desierto más tiempo del que Dios había pensado. ¡La incredulidad nos aleja de Dios y de la ‘tierra prometida’! “.. ¡Cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón... incrédulo que los aleje del Dios vivo”, Hebreos 3:12 (NTV). Echa la incredulidad de tu vida y empieza a creer que las promesas de Dios se cumplirán.
“Señor, creo que el mejor tiempo de mi vida comienza hoy. Abandono la incredulidad y tomo por fe las bendiciones que tienes para mí. Te honraré mientras espero paciente el cumplimiento de tus promesas. Amén”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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