Una vida de intimidad con DiosMuestra

Mucha oración mucho poder
“Los apóstoles... subieron al aposento alto... Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente...”, Hechos 1:12-14 (RVC).
Dios no hace nada si no es en respuesta a la oración. En Hechos 2, la iglesia oró diez días, Pedro predicó diez minutos y fueron salvas tres mil personas. Hoy en día, la iglesia ora diez minutos, predica durante diez días, y son salvadas tres.
Dios nunca le ha confiado sus secretos, pensamientos y proyectos a quienes no oran. No podemos esperar poder de lo alto y éxito en lo que hacemos sin oración. La base para la expansión mundial del cristianismo fue la reunión de oración en el aposento alto. Si algo va a suceder en tu vida y ministerio no será en el púlpito ni en una reunión de organización ministerial, será en la carpa del encuentro o como resultado de lo que suceda allí adentro. El impacto de una vida o ministerio proviene de encuentros diarios y profundos con Dios en el lugar secreto.
Edificar una vida, un ministerio o una iglesia de oración cuesta lágrimas. ¡Cuidado con tener una creencia sobredimensionada de nuestra propia importancia y una reducida perspectiva de Cristo! Existe una gran diferencia entre el lugar secreto y el púlpito. En la plataforma se puede hacer alarde de los dones, en el lugar secreto hay muerte a toda exhibición. No necesitas ser espiritual para predicar, cantar o tocar. Una persona puede pararse en un escenario y presentar hermosos sermones llenos de homilética o desplegar sus talentos dejando boquiabiertos a los oyentes mientras toca un instrumento musical. Ese servicio cautivará por un instante el corazón de la gente, pero nunca el de Dios. En el púlpito podemos presumir de nuestros dones y ministerios, pero nunca podremos jactarnos de algo en el lugar secreto.
Debemos terminar con el despliegue de dones que no estén acompañados de una vida de oración profunda. Debemos arrepentirnos de la autosuficiencia. Basta de creer que podemos hacer la obra del ministerio por nuestros medios. No es nuestra historia la que tenemos que contar sino la de Dios. Si queremos que Dios fluya más rápidamente para suplir las necesidades de las personas necesitamos orar. No existe esperanza de lograr un impacto significativo y de largo alcance con nuestras vidas y ministerios en las naciones, a menos que experimentemos el poder sobrenatural de la presencia manifiesta de Cristo. Y eso no sucederá sin oración. ¡La oración no es una opción, es nuestra cuerda salvavidas!
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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