Una vida de intimidad con DiosMuestra

Protegidos contra los ataques satánicos
“Ustedes deben orar así... “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad... El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy... perdónanos nuestros pecados... Y no nos hagas entrar... en tentación, más líbranos del malo... del maligno”, Mateo 6:9 (TLA) y Lucas 11:2-4 (NT Peshitta; RV 1909; NT-NV).
¿Hacemos bien en ignorar la oración que Jesús nos enseñó? Claro que no. El Padrenuestro es un recurso espiritual que Jesús nos confió para vivir en victoria. No es una fórmula mágica que nos preserva del mal con el solo hecho de repetirlo. Es una oración que nos enseña a orar. Por ejemplo, sabemos que nuestras oraciones deben estar centradas primero en Dios y en sus intereses, luego en nuestras necesidades. También nos enseña que debemos pedirle protección espiritual.
En el monte de los Olivos Jesús le dijo a sus discípulos que debían orar para “no entrar en tentación”, Lucas 22:40 (NT Peshitta). Ellos despreciaron su recomendación y se ligaron una fuerte reprimenda: “... ¿Por qué están durmiendo?... ¡Levántense! Pídanle a Dios que no los deje caer en tentación”, Lucas 22:46 (DHH; NT-BAD). Después de la muerte de Jesús los apóstoles entendieron la importancia de orar para ser protegidos de los engaños satánicos. El apóstol Pedro dijo: “...Estad en continua vela... ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar...”, 1ª Pedro 5:8 (ORO, NTV). Pablo dijo: “Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir... los engaños del diablo”, Efesios 6:11 (BLA y BNP). Jesús, Pedro y Pablo nos enseñaron a orar por protección contra los embates del diablo. La voluntad del Señor es que oremos para no “entrar... en tentación”; es decir, para no caer en la jaula del “maligno”, Lucas 11:4 (NT-NV). ¿Quién hace ese tipo de oración hoy en día? ¿Quién tiene la constancia de pedirle a Dios protección espiritual? Job lo hacía todas las mañanas y Dios levantó una valla protectora bloqueando el acceso satánico a su vida, familia y pertenencias, Job 1:10. Nosotros podemos disfrutar del mismo grado de protección si recurrimos al Señor y si, como Job, vivimos apartados del mal.
“Amado Señor, hoy te pido el establecimiento de tu reino en mi vida. Ruego por tu protección. No me dejes caer en tentación, en el nombre de Jesús, amén”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/