Una vida de intimidad con DiosMuestra

Bendición y riqueza
La vida de Isaac nos brinda muchas lecciones espirituales:
1. Las promesas de Dios exigen fe de nuestra parte. Dios prometió que Isaac sería padre (Génesis 21:12) pero no lo fue hasta que se lo pidió a Dios: “...El Señor contestó la oración de Isaac, y Rebeca quedó embarazada...”, Génesis 25:21 (NTV). ¡Si no pedimos, no recibimos!
2. Ser bendecido por Dios no significa gozar de su presencia. “Cuando Isaac sembró sus cultivos... cosechó cien veces más... porque el SEÑOR lo bendijo”, Génesis 26:12 (NTV). Isaac se establece entre los filisteos sin la aprobación de Dios; sin embargo, es bendecido. La explicación es muy sencilla: ¡la bendición material no es prueba de que una persona se encuentre en la condición deseada por Dios! Muchos creyentes disfrutan de la bendición de Dios, pero no de su presencia. La Biblia dice que Isaac: “se hizo muy rico... Adquirió tantos rebaños... y siervos que los filisteos comenzaron a tenerle envidia”, Génesis 26:13-14 (NTV). Isaac conservaba la bendición de Dios, pero no su presencia. Por esa razón los filisteos solo envidiaban de él su prosperidad económica. Al final, Isaac regresó al lugar donde Dios lo quería. Retornó al Señor y recuperó Su presencia, Génesis 26:24. ¡Nada puede suplir la comunión con Dios, ni siquiera la adquisición de grandes riquezas!
3. Nuestra obediencia glorifica a Dios. Después de que Isaac regresó a su tierra los filisteos lo buscaron por su comunión con Dios: “...Ahora estamos convencidos de que el Señor está contigo. Por esa razón hemos pensado que debemos hacer un pacto entre tú y nosotros...”, Génesis 26:28 (PDT). Advierte la expresión: “ahora estamos convencidos de que el Señor está contigo”. Cuando Isaac comenzó a obedecer nuevamente disfrutó no solo de riquezas sino también de la presencia de Dios. Ahora todos quieren el Dios de Isaac. ¿Acaso no es eso lo que deseamos? Anhelamos que la gente quiera al Dios que adoramos. Y para eso debemos obedecer. Al vernos bendecidos y ungidos aceptarán al Dios que le predicamos.
“Amado Señor, activo mi fe para el cumplimiento de tus promesas. Enséñame tu voluntad para gozar de bendición, unción y riquezas, en el nombre de Jesús. Amén”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/