Una vida de intimidad con DiosMuestra

Más fe y menos terapia

La Biblia es como un gran álbum de fotografías. El Espíritu Santo ha retratado los momentos espirituales más significativos de algunas personas. Tomemos como ejemplo a Isaac. La secuencia fotográfica comienza con su nacimiento y continúa en el monte Moriah, Génesis 22. El próximo evento significativo es la elección de la pareja: “Isaac salió a caminar por el campo hacia el atardecer para meditar... y orar”, Génesis 24:63 (Kadosh y RVG). Isaac confió en Dios la elección de su compañera y no fue defraudado. Además de ser “muy hermosa” (Génesis 24:16) Rebeca era una mujer espiritual, Génesis 24:58. ¡Qué extravagantemente generoso es Dios! ¡Él siempre nos ofrece lo mejor! Pero advierte la razón de la prosperidad de Isaac: “Dios bendijo a Isaac...” (Génesis 25:11, TLA) porque él “lo obedecía en todo”, Génesis 24:14 (TLA). ¡La bendición acompaña a los obedientes!

Después de muchos años el Espíritu Santo vuelve a retratar a Isaac. Su vida ha cambiado. Ahora es el líder de Israel. Se ha vuelto poderoso y también rico. Tiene más responsabilidades, pero menos tiempo para Dios. El ‘súper’ bendecido Isaac ya no sale a caminar con Dios. Como resultado, su vida espiritual no es la misma. Una decisión insensata lo pone en evidencia: “En ese tiempo hubo una gran escasez de alimentos... Por esta razón... se fue a Gerar, donde vivía... el rey de los filisteos”, Génesis 26:1 (DHH y PDT). A raíz de la crisis económica Isaac decidió mudarse sin consultar a Dios. ¿Acaso el Dios que había provisto para sus necesidades sentimentales era menos poderoso para suplir sus carencias económicas? ¡Claro que no! El poder de Dios no había menguado, pero sí su fe. Isaac ya no poseía la misma fe porque ya no tenía la misma vida espiritual. Se había alejado del lugar secreto. Ahora su fe se cotizaba menos que el peso argentino. La fe no es un bien estable. Experimenta subidas y bajadas. Y todo depende de la cercanía con Dios. La fe de ayer no nos alcanza para enfrentar los desafíos de hoy. Necesitamos renovarla constantemente y eso solo se logra pasando tiempo con Dios: “...La fe viene por escuchar atentamente... la palabra de Dios”, Romanos 10:17 (NT Pesh). La fe no viene en pastillas ni jarabes. Tienes que desarrollarla en la ‘carpa del encuentro’. Isaac fracasó porque descuidó la comunión con Dios y, como consecuencia, la incredulidad y el temor se apoderaron de él. ¿Quieres ser una persona de fe? ¡Conviértete en una persona de oración!