Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cristianismo descafeinado
“...Están siguiendo un evangelio... que aparenta ser la Buena Noticia, pero no lo es en absoluto...”, Gálatas 1:6-7 (NTV).
Existen dos evangelios circulando al mismo tiempo. Solo uno es el verdadero; el otro es del diablo.
El evangelio del diablo promete bendiciones sin costo. El evangelio descafeinado nunca hace mención del pecado. Más bien enseña una clase de revoltijo moral donde todo es relativo y todo está permitido. Ofrece un mensaje que le guiña el ojo al pecado y promete libertad de la culpabilidad. En cambio, el verdadero evangelio nos confronta con un Dios que exige santidad y obediencia como requisito para disfrutar de su presencia y bendición. No te quedes con la mitad del evangelio, porque la mitad del evangelio no es nada de evangelio.
¿Qué clase de evangelio predicó Jesús? ¿Uno dirigido a satisfacer las demandas egoístas del hombre? No. Jesús no ‘acomodaba’ el mensaje pensando en la audiencia. Sus demandas eran altas aunque las personas no lo quisieran. Jesús no calculaba las consecuencias antes de decir la verdad. ¿Recuerdas en qué ocasión quisieron hacerlo rey? Cuando alimentó a la multitud. La gente quería comodidad y felicidad. Quería alimentación gratis. Jesús sabía del peligro que implicaba creer en esa clase de evangelio donde Dios está a nuestro servicio. Entonces les dijo: “...Deben comer el cuerpo del Hijo del hombre y beber su sangre. Si no lo hacen, no tendrán la verdadera vida dentro de ustedes...”, Juan 6:53 (PDT). Jesús les estaba demandando una completa sumisión. El que quisiera la vida eterna debía identificarse con Él en el sufrimiento y en la muerte. ¿Aceptaron la demanda? De ninguna manera. El evangelio que exige valentía, entrega, sacrificio, obediencia y lealtad nunca es atractivo: “Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él”, Juan 6:66 (DHH). El evangelio descafeinado que promete alimento gratis es tentador; sin embargo, era el evangelio que demandaba sacrificio y obediencia al día siguiente del milagro el que los conducía a la vida eterna. El evangelio light hubiera resuelto el problema rebajando las demandas para que la gente se quedara. Jesús no lo hizo. Él mantuvo los requerimientos a niveles increíblemente altos, incluso con el riesgo de que la gente se marchara. Y nosotros, ¿qué haremos? ¿Adoptaremos el verdadero evangelio que exige fidelidad, lealtad y obediencia o nos volveremos atrás como aquellos que no estuvieron dispuestos a aceptar sus demandas? De tu respuesta depende tu eternidad.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/