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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 297 DE 365

Atrévete a pedir

“Dios tuvo compasión de Raquel y respondió a sus oraciones. Le permitió quedar embarazada y tener un hijo”, Génesis 30:22-23 (TLA).

Raquel fue estéril mucho tiempo, Génesis 30:2. Su esposo Jacob pudo haber recurrido a Dios pidiéndole un milagro para su esposa, pero no lo hizo. Había visto la manifestación del poder de Dios en su propio hogar. Su madre había sido estéril hasta que un día “Isaac rogó al SEÑOR... y el SEÑOR contestó la oración... y Rebeca quedó embarazada...”, Génesis 25:21 (NTV). Supongamos que Jacob olvidó el ‘pequeño detalle’ de recurrir a Dios. Entonces, ¿por qué no lo hizo Raquel? Ella también conocía la historia familiar de su esposo. Además sabía que Dios había prometido bendecir la descendencia de Jacob. Y ella, por ser su esposa, formaba parte de esa bendición. En definitiva, Jacob y Raquel no tenían un hijo porque no se lo pedían a Dios: “... Si no tienen lo que desean es porque no se lo piden a Dios, Santiago 4:2 (NT-BAD).

Raquel sabía que Dios era capaz de hacerla engendrar. Solo tenía que pedírselo. ¡Pero no lo hizo! En lugar de eso recurrió a los medios humanos conocidos en la época. Probó todo para tener un hijo propio, incluso estuvo dispuesta a ‘alquilar’ a su esposo a cambio de las famosas ‘frutas del amor’ llamadas mandrágoras, Génesis 30. Pero sus medios carecían de fe. Ella tenía que aprender, después de tanto sufrir, que solo Dios podía ayudarla. Solo Dios podía darle un hijo. Dios dijo: “Yo quiero sanar... pero... nadie clama a mí en busca de ayuda... En lugar de invocarme con corazón sincero se... alejan de mí... Miran en todas partes menos al Altísimo...”, Oseas 7:1-16 (NTV).

Después de agotar todas las instancias humanas, Raquel acudió a Dios. Y Él contestó su oración y le dio un hijo. ¡Cuánto tiempo perdió Raquel! Y cuántos dolores de cabezas se hubiera evitado si hubiera recurrido a Dios desde el principio. ¡Cuánto orgullo! ¡Qué difícil resulta confiar solo en Dios! Pero más difícil es vivir con las consecuencias de haber tomado decisiones sin la dirección de Dios. Raquel también tenía pruebas en la familia de su esposo que tomar decisiones impulsadas por la impaciencia producen consecuencias que no se desean. Sara contaba con la promesa de un hijo, pero en un momento de impaciencia hizo lo mismo que Raquel: entregó su sierva a su esposo para que tuviera hijos por ella. Y solo la eternidad revelará los daños que produjo semejante decisión. Resiste la tentación de olvidarte de Dios. Resiste la tentación de tomar atajos para obtener lo que quieres. Recurre a Dios y espera en Él. No estamos sugiriendo que te acuerdes del Señor solo cuando quieras algo. Dios no es un supermercado al que recurrimos cuando tenemos una necesidad. Abandona esa actitud interesada. Busca a Dios. Busca su rostro antes que sus bendiciones. Enamórate de Él. Que Dios sea tu amigo, tu compañero, tu consejero y tu pastor. Que sea tu todo. Que sea tu Dios.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/