Una vida de intimidad con DiosMuestra

Dios no te dejará en ‘Visto’
“Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, Mateo 28:20 (NBLH).
Jesús prometió estar siempre con nosotros. Pero, además, prometió el poder de su brazo para protegernos: “El SEÑOR oye a los suyos cuando claman a él... los rescata de todas sus dificultades”, Salmo 34:17 (NTV). ¡Cristo no solo nos consuela en medio de la prueba sino que nos libera de ella!
Con frecuencia nos encontramos asediados por dificultades sin solución. A simple vista no existe salida. Sin embargo, siempre existe una puerta que solo la mano de Cristo es capaz de abrir. ¿Quién le abrió a Israel la puerta a la libertad? Dios, Éxodo 3:7-8. ¡Dios siempre responde a la oración de aquellos que claman con fe! “El pueblo de Dios clama a él...y no tardará en darle lo que necesita”, Lucas 18:7 (PDT). Aún más, cuando Dios nos ayuda lo hace generosamente. Los esclavos israelitas se fueron de Egipto con sus riquezas, Salmo 105:37. ¡Dios es extravagantemente generoso! ¡Cuando bendice lo hace a lo grande!
Recordemos ahora lo que le pasó a los israelitas cuando huían de los egipcios. El Faraón y sus 600 carros de guerra corrían velozmente detrás de ellos. El mar adelante, el ejército detrás y las montañas a su alrededor. Estaban ante una dificultad insuperable. Se encontraban encerrados por un muro insalvable de dificultades. ¿Y qué hicieron? “... Oraron para que el Señor los ayudara”, Éxodo 14:10 (PDT). Y Dios los socorrió: “... ¡Tranquilos, no tengan miedo! ... no se preocupen... Dios los va a salvar... El Señor combatirá a favor de ustedes sin que ustedes tengan que hacer nada”, Éxodo 14:13-14 (TLA y BDA 2010). Para Dios no existen dificultades o crisis demasiado grandes, para Él son todas igualmente posibles de resolver. Y cuanto más grande sea el problema, mejor la oportunidad para intervenir como un Dios benigno y Todopoderoso. Dios nos invita a calmarnos, a serenarnos. Nos invita a entrar en el silencio y la quietud. Desea que aflojemos nuestros controles, que tomemos las cosas con calma y desarrollemos la fe. Dios nos pide que nos sentemos y lo miremos. Él es capaz de calmar nuestras emociones, curar nuestras ansiedades y apagar todos nuestros temores: “Tú les das paz... porque en ti han puesto su confianza”, Isaías 26:3 (PDT). Permite que su bendición descienda sobre tu atribulado corazón. Y entonces, en el silencio de la admiración y la quietud de la fe sabrás que Él es Dios, el Dios de tu propia vida.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/