Una vida de intimidad con DiosMuestra

Dios nos ama
“En esto consiste el amor... en que... Dios... envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados”, 1ª Juan 4:10 (NVI).
Muchos creyentes mueren prematuramente a causa del pecado sin resolver. Ananías es un ejemplo, Hechos 5:5. Su esposa Safira es otro, Hechos 5:10. ¿Y qué decir de Coré, Datán, Abiram? El pecado los dejó sin ministerio y les acortó la vida, Números 16. ¿No estás convencido acerca del mortal pecado? Entonces recordemos la historia de Acán. “...Él no fue el único que murió a causa de su pecado”, Josué 22:20 (NTV). También sus hijos e hijas, Josué 7:24:25. Dios es cariñoso, pero no blando. Dios es bueno y misericordioso, pero se indigna con la injusticia y castiga a los pecadores: “Dios muestra su ira castigando... a toda la gente mala...”, Romanos 1:18 (DHH).
Dios es tan bueno que hizo provisión en Cristo, quien fue castigado en nuestro lugar, Romanos 3:25-26. Dios, el Padre, no tenía ninguna necesidad de enviar a su hijo para que tomara nuestro lugar. Pero lo hizo. Él debería haber dejado que fuéramos castigados por nuestros pecados; es decir, que la ira de Dios cayera sobre nosotros. ¿Y por qué nos ofrece un sustituto? ¡Porque nos ama!
¿Cómo puede una persona evitar la ira de Dios y escapar de la condenación eterna? La respuesta está en la cruz y en la sangre de Cristo: “Jesús... nos salva del castigo que el mundo va a recibir por su pecado”, 1ª Tesalonicenses 1:10 (PDT).La sangre de Cristo es vital. En el Antiguo Testamento está representado por la Pascua. Los israelitas pintaban con sangre de un cordero perfecto los dinteles de las puertas para evitar que Dios matara a los primogénitos. Todo eso prefiguraba al Cordero de Dios, Cristo Jesús. “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados... Todos andábamos perdidos... pero Dios hizo recaer en su fiel servidor el castigo que nosotros merecíamos”, Isaías 53:5 (NVI) y 6 (TLA). Cristo aceptó nuestro castigo. Tomó nuestro lugar. La muerte de Jesús debería inspirarnos a la gratitud, al gozo y a la adoración. La muerte de Jesús es el grito eterno que proclama el amor de Dios por todos nosotros.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
More
Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
Planes relacionados

La Compasión De Jesús: El Corazón De Una Vida Misional Un Plan De Lectura De 10 Días

El Espíritu Santo en Mateo

Viviendo en unidad en la diversidad

Cuando El Gozo Se Apaga

Edificados Para Su Gloria

El Consuelo De Los Salmos en Las Batallas De La Vida

Creer Lo Cambia Todo

Amar Sin Filtro: Fe, Ruptura y Restauración

Decisiones que traen paz
