Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cómo ser libre de una conciencia perturbada
“Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón...”, Juan 14:27 (NTV).
Si quieres experimentar paz debes primero estar en paz con Dios. ¡Cuidado con querer sanar la conciencia con otra cosa que no sea el óleo refrescante del evangelio de Cristo! Jesús dijo: “Encuentran paz en mí”, Juan 16:33 (PDT). El que no está en paz con Dios, tampoco lo está con su conciencia. Y no hay peor tormento que una conciencia perturbada. Ningún banquete nos satisface cuando estamos abatidos. Un viaje de placer, el encuentro con amigos, una comida especial o la ropa nueva no nos alegra si estamos atribulados. Lo único que queremos es estar solos y llorar. Entonces, ¿qué hacer para recuperar la paz interior? Comienza revisando tu vida espiritual. ¡El pecado atormenta la conciencia! Observa a Saúl. El pecado que no quería abandonar era la única causa de su desequilibrio emocional, 1º Samuel 28:16-17. Saúl estaba en guerra consigo mismo porque estaba en guerra con Dios. Mientras no levantemos la bandera blanca de nuestra rendición, nuestra conciencia no tendrá paz. El pecado es ese Jonás que causa la tormenta. ¡Tíralo por la borda y verás cómo se aquieta el espíritu!
El que quiera consolar su conciencia atribulada deberá encontrar primero la paz con Dios y, eso solo se logra cuando somos perdonados de nuestros pecados debido a nuestro arrepentimiento. Entonces, y solo entonces, nos reconciliamos con nosotros mismos. Jesús le dijo al paralítico: “Ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”, Mateo 9:2. No le dijo: “alégrate, te devuelvo la salud”, aunque por supuesto también lo sanó físicamente. Antes que la sanidad física el hombre necesitaba recobrar la paz interior mediante el perdón de sus pecados. ¿Lo ves? Sin la gracia perdonadora de Dios no podemos alcanzar la verdadera paz en nuestra conciencia.
¿Está tu conciencia en una fosa profunda, atormentada por la culpa y afligida por los demonios? ¡No existe consuelo fuera de Dios! La paz verdadera llega cuando quitas el peso de la ira que se cierne sobre tu vida. Si arreglas cuentas con Dios y reconoces, por medio de la fe, tu necesidad de un Salvador, la paz será tuya. Desde ese momento en adelante, nadie podrá acusarte ni separarte del Señor: “... ¿Quién nos condenará? Nadie...”, Romanos 8:34 (NTV). “...Nada podrá separarnos del amor de Dios... que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo”, Romanos 8:38-39 (TLA).
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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