Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cómo recuperar las bendiciones
“Corrijan su conducta..., obedezcan a... Dios, y el Señor se arrepentirá del castigo con el que los ha amenazado”, Jeremías 26:13 (BDA 2010).
Así como una promesa puede ser cancelada por la desobediencia, un juicio puede ser anulado por el arrepentimiento. El ejemplo más claro es Nínive: “...Al ver Dios... cómo se habían arrepentido de su mala conducta... no los castigó...”, Jonás 3:10 (BL95). ¡Cuánta esperanza encontramos en este recurso espiritual llamado arrepentimiento! Dios promete castigo al rebelde pero si éste cambia, Dios se arrepiente y no lo castiga. Dios promete bendición al justo, pero si éste se vuelve rebelde, Dios se arrepiente y ya no lo bendice. No es Dios el que cambia, sino el hombre.
La desobediencia es un mal negocio porque impide la bendición de Dios. Pero entiéndase bien. No es el deseo de Dios castigarnos: “El Señor no desea hacerle daño ni causarle sufrimiento a la gente... sino que cambie de conducta y viva”, Lamentaciones 3:33 (PDT). Dios no es un padre severo y riguroso que nos espía con la intención de ‘bajarnos la caña’ cuando cometemos un pecado. Nada de eso. Dios vive dándonos oportunidades para hacer lo correcto y volver a su regazo: “Dios es paciente porque... quiere que todos cambien su corazón y dejen de pecar”, 2ª Pedro 3:9 (PDT). Pero las oportunidades no son interminables. La paciencia de Dios tiene límite. Y uno nunca sabe cuándo su gracia dará lugar al juicio. Israel agotó las oportunidades que Dios les había dado y fueron destruidos, Jeremías 15:6. Saúl desaprovechó todas y cada una de las posibilidades que Dios le brindaba para arrepentirse. Finalmente fue desechado, 1º Samuel 15:26.
Dios nos espera. ¿Por cuánto tiempo? Nadie lo sabe. Amalec contó con quinientos años de gracia. En cambio, Safira tuvo solo una oportunidad y la desaprovechó, Hechos 5:8. Peor fue el caso de su esposo. Pedro le dijo: “...¡Le mentiste a Dios, no a los hombres!... y cayó muerto”, Hechos 5:4-5 (NTV). Como nadie sabe con cuánto tiempo contamos para volvernos a Dios, aprovechemos la oportunidad que hoy nos brinda. Si lo hacemos, Dios será misericordioso y nos perdonará. El arrepentimiento es poderosísimo. Nos devuelve a la posición de privilegio, cerca del corazón del Padre. Además nos permite, en la mayoría de los casos, recuperar las bendiciones perdidas por la desobediencia. La enseñanza es clara: ¡el que quiera recuperar las bendiciones perdidas deberá recuperar la relación con Dios!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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