Una vida de intimidad con DiosMuestra

El pecado arruina el testimonio de Dios
“¡Pecadores, dejen de hacer el mal! Los que quieren amar a Dios, pero también quieren pecar, deben tomar una decisión…”, Santiago 4:8 (TLA).
Nuestro pecado deshonra el nombre de Dios. Cuando el pueblo de Israel pecó, Dios lo castigó esparciéndolo por las naciones. Perdieron la tierra prometida, pero además mancillaron su nombre: “...Deshonraron mi santo nombre. Pues las naciones decían: “¡Estos son el pueblo del SEÑOR, pero él no pudo protegerlos...!”. Entonces me preocupé por mi santo nombre, al cual mi pueblo trajo vergüenza...”, Ezequiel 36:20-21 (NTV). Los incrédulos se mofaban diciendo: “su ‘dios’ no puede protegerlos; ¡los abandonó!”. “Entonces me dolió ver que, por culpa de Israel, mi santo nombre era profanado...”, Ezequiel 36:21 (DHH). Cuando elegimos la desobediencia el nombre del Señor es denigrado, difamado y desacreditado entres sus enemigos. Al pecar, hacemos que los incrédulos se burlen de Dios. Y lo opuesto también es real: nuestra obediencia lo glorifica. ¡Al igual que el testimonio que damos cuanto recibimos una bendición! “Voy a hacer que cambie tu suerte, para... que se dé honor a mi santo nombre”, Ezequiel 39:25 (DHH).
¡Cuántas personas han sido enormemente bendecidas por Dios! No son pocos los que fueron sanados debido a las oraciones. Pero, ¿cuántos de ellos han mirado al cielo para dar las gracias? ¿Cuántos han testificado públicamente del poder de Dios? Lo honrarían si publicaran abiertamente las maravillas recibidas. Qué ingratos. Sería esperable que, si Dios les devolvió la vida, ahora ellos vivan para adorarlo y servirlo: “Te levanté... para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra”, Romanos 9:17 (NVI). La persona que ha recibido una gracia divina y no da testimonio le roba a Dios la posibilidad de ser conocido entre las naciones. Dios nos bendice para que todos “...vean su gran poder y lo alaben”, Salmo 106:8 (TLA).
¡La gente desea contar con el Dios de una persona bendecida! ¿Te acuerdas de Obed-edom? Debido a su obediencia fue prosperado y Dios fue glorificado, 2º Samuel 6:11. Todo el mundo quería al Dios de Obed-edom, hasta el mismo rey, 2º Samuel 6:12. ¿Lo ves? La bendición que llega como consecuencia de la obediencia hace que el nombre de Dios sea honrado entre los que no creen. Podemos testificar de Dios con nuestra boca, pero mucho más con nuestras bendiciones. ¿Lo estás haciendo? ¿Saben tus amigos y vecinos que Dios es la fuente de tu bendición? Que hoy sea el día en que alegres al Señor.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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