Una vida de intimidad con DiosMuestra

Rompe la amistad con el pecado
“El que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo... lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”, 1ª Juan 5:18 (NVI).
Es hora de revisar nuestra relación con el pecado. Un vínculo cercano con el pecado es un problema mayúsculo. Un “varón (o mujer) conforme al corazón de Dios” jamás permite que el pecado se aloje en su vida; al contrario, reconoce su maldad y se aparta inmediatamente para no volver sobre sus pasos. David es un ejemplo: “Ten misericordia de mí, oh Dios... pues reconozco mis rebeliones... he pecado; he hecho lo que es malo ante tus ojos...”, Salmo 51:1-4 (NTV).
El pecado es extremadamente maligno porque mata nuestra vida espiritual. Por tal motivo, hacer sentir bien a las personas cuando están revolcándose en el fango del pecado es una forma errada de proceder. Debemos ser honestos y exponer el horrible y mortal pecado. Maquillar el cadáver puede otorgarle aparente belleza, pero no le devuelve la vida. ¿Qué debemos hacer entonces? No anestesiemos el dolor que produce el pecado: “Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae... salvación...”, 2ª Corintios 7:10 (NTV). El mensaje de Pablo no tenía por finalidad hacer sentir bien a las personas que descansaban cómodas en sus pecados. ¿Recuerdas cuán duro fue con los creyentes corintios? Les envió una carta mordaz con la intención de que se arrepintieran de sus maldades: “No lamento haberles enviado esa carta tan severa... sé que les causó dolor... me alegro de haberla enviado... porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta...”, 2ª Corintios 7:8-9 (NTV).
¿Comprendes la gravedad del pecado? Supongamos que a una persona le descubren un incipiente tumor maligno y el médico decide tratarlo con analgésicos. ¿Qué diríamos de ese profesional? En el mejor de los casos, que es un negligente. Lo mismo sucede con el cáncer espiritual. Muchas iglesias están prescribiendo analgésicos, en lugar de exponer el poder destructivo del pecado. Los sedantes espirituales nos hacen sentir bien, pero no resuelven el problema. Debemos ser honestos y confrontar cada maldad, si queremos que sea erradicado el poder del pecado. ¿Estás triste por tu pecado? Es una buena señal. Todavía estás vivo para Dios. Pero si te gustan los chismes, mentir resulta ventajoso, la pornografía te parece inofensiva y, si otros pecados no son gran cosa, ¡no estás dormido, estás muerto!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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