Una vida de intimidad con DiosMuestra

Útiles en las manos de Dios
¿Anhelas ser un instrumento poderoso en las manos del Señor? Entonces, sigue estos consejos:
- Haz una limpieza. “...Lleven una vida limpia”, Filipenses 2:15 (NTV). La limpieza es nuestra responsabilidad, Isaías 1:16. Limpia tu casa y tu corazón. Limpia tu computadora y tu círculo de influencia. Si tienes dudas acerca de alguna cosa, sigue el principio de limpieza y despréndete de todo lo que sea dudoso. Purifica tu vida con la sangre purísima del Señor: “...Su sangre purifica... el mal que hemos hecho para que así podamos adorar al Dios viviente”, Hebreos 9:14 (PDT). Confiesa todos tus pecados; los nuevos, los viejos y los que proteges desde hace años aun con tu propia vida. Es absolutamente imposible acercarse a Dios, a menos que te limpies de pecado.
- Prepara una ofrenda. ¿Qué clase de ofrenda es la que Dios requiere de nosotros? ¿Dinero? Mucho más. Espera que el sacrificio sea nuestra propia vida. En el Antiguo Testamento, cuando un israelita pecaba, llevaba el animal para ser quemado totalmente. Era el más excelso de los sacrificios ofrecidos, pues representaba la consagración de la persona. Pablo dijo: “...Les ruego que entreguen toda su vida como sacrifico vivo a Dios...”, Romanos 12:1 (PDT). Cuando el creyente se consagra, su vida exhala un perfume agradable que asciende a la presencia misma del Señor. ¿Estás disponible todos los días para ser un instrumento en las manos poderosas del Señor? Si tu respuesta es afirmativa, considera este último aspecto:
- Comienza la reparación. El incesante humo que se elevaba por encima del altar del sacrificio todos los días constituía un recordatorio de cuán costoso resultaba el pecado. Cuando un israelita pecaba debía ofrendar un animal propio para saldar la cuenta por el pecado. Pero no cualquier animal sino, uno de los más caros. Y si el pecado involucraba la propiedad ajena, debía restituir el daño y añadir un 20%. Y no era todo. Además debía admitir su culpa y confesar su pecado, Levítico 5:4-5. El pecado costaba caro y aún más para los líderes, pues requería una ofrenda más onerosa que la del hombre común. ¡El pecado es la cosa más cara del universo! Te llevará más lejos de lo que quisieras ir y te costará mucho más de lo que quisieras pagar. ¡Aléjate del pecado y saldrás ganando! Pero antes de dar vuelta la página: ¿has hecho restitución a quien corresponda por tus maldades? El perdón no absuelve tu responsabilidad al respecto.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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