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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 247 DE 365

El secreto para un ministerio efectivo

Si te mantienes alejado del pecado, serás como vasija de oro purísimo... que Cristo podrá usar para sus más elevados propósitos”, 2ª Timoteo 2:21 (NT-BAD).

Somos útiles para Dios en la medida que somos santos.

Dios solo usa a creyentes santificados para llevar a cabo sus propósitos. Levítico 4 aborda el tema del pecado de los hijos de Israel, pero arranca con el pecado del sacerdote. Si el sacerdote ungido pecare... haciendo recaer la culpa sobre el pueblo...”, Levítico 4:3 (RV60 y PDT). El pecado de un líder es más grave porque produce mayores consecuencias, al contaminar a todo el pueblo: “Lo que hacen los sacerdotes, el pueblo también lo hace”, Oseas 4:9 (NTV). El pueblo siempre sufre por el pecado de su líder. Dios le dijo a los sacerdotes: “...Si siguen mis instrucciones, el enojo del SEÑOR nunca jamás se encenderá contra el pueblo...”, Números 18:5 (NTV). El líder ejerce influencia directa o indirecta, consciente o inconsciente, sobre cada persona que lidera. Por eso, antes de tratar con el pecado del pueblo, el líder debía restaurar su condición espiritual.

El sacerdote tenía que gozar de una correcta relación con Dios, antes de ministrar al pueblo. Y debía ser el primero en respetar sus mandamientos. Muchos líderes con una teología impecable acerca de la victoria sobre el pecado, en la práctica viven derrotados por él. La presencia del pecado en la vida del sacerdote ungido es la principal razón de su impotencia ministerial y su falta de visión. ¿Y sabes por qué? Porque el pecado tiene el poder de atar a una persona: “...Se verá atado por sus... pecados”, Proverbios 5:22 (BL95). Probablemente siga predicando, pero lo hará sin unción y sin poder. No podrá ocultar el pecado por mucho tiempo. Por más peluca de hipocresía que se ponga, tarde o temprano todo el mundo verá la calvicie moral. En definitiva, si queremos poder, unción y revelación debemos tratar con el asunto del pecado: “...Los sacerdotes que se acerquen a mí... deben santificarse para que... no los castigue, Éxodo 19:22 (PDT). Los hijos de Elí son un claro ejemplo de lo que ocurre cuando se ministra sin santidad. ¿Y qué decir de Moisés? Dios le dijo: “...Por no haber... reconocido mi santidad... no serán ustedes los que lleven a esta comunidad a la tierra que les he dado”, Número 20:12 (NVI). ¿Qué impide que hoy pongas fin a la tiranía del pecado en tu propia vida? Si te alejas del pecado, Dios podrá usarte para sus más elevados propósitos, 2ª Timoteo 2:21.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/