Una vida de intimidad con DiosMuestra

El poder de la confesión
“Examíname, oh Dios... Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna”, Salmo 139:23-24 (NTV).
Mientras no confesemos nuestras faltas, la campanita de la conciencia sonará recordándonos cada acto malvado que hemos cometido. Pero si admitimos el pecado y nos arrepentimos, obtenemos el perdón de Dios y también la liberación del sentimiento de culpabilidad. En otras palabras, la voz de la conciencia dejará de sonar. ¿Y si somos culpables sin saberlo? En ese caso debemos pedirle al Señor que nos revele cualquier pecado oculto que necesite ser confesado. Una vez que hemos reconocido nuestros pecados y nos hemos arrepentido, confiemos en la promesa de que somos perdonados y de que Dios quitará la culpa, Jeremías 31:34. Algo más. Existen ocasiones cuando sentimos una culpa falsa. El acusador nos recuerda los yerros pasados y que Dios nos ha perdonado por medio del arrepentimiento, la confesión y la restitución. El objetivo del diablo es que dudemos del amor de Dios y del alcance de su perdón. En ese caso mantén tu confianza en el Señor. Cree que Dios no te pedirá cuentas por los pecados perdonados. Rechaza al ‘acusador’ y pídele al Espíritu Santo que te devuelva el gozo de la salvación, Salmo 51:12. Recuerda que al venir a Cristo fuimos hechos nuevas criaturas, 2ª Corintios 5:17. Y parte de esas cosas “viejas” que “pasaron” constituyen el recuerdo de antiguos pecados y la culpa que produjeron. Entonces, no te sumerjas en las historias pecaminosas de una vida que ya pasó, memorias que deberían estar muertas y enterradas hace mucho tiempo. Sentir culpa por pecados perdonados son emociones contrarias a la vida cristiana victoriosa.
¿Sientes culpa? ¿Es real o falsa? ¿Tu culpa proviene de pecados no confesados o de mentiras satánicas? ¿Has hecho restitución a quienes corresponda? Recuerda que el perdón no anula las responsabilidades.
Finalmente, la enseñanza bíblica es muy clara: el que quiera librarse del sentimiento de culpabilidad deberá arrepentirse de los pecados, confesarlos y volverse a Dios: “No le irá bien al que oculta sus pecados, pero el que los confiesa y se aparta será perdonado”, Proverbios 28:13 (PDT). Judá se sintió mal y no tuvo paz durante todo el tiempo en que escondió su pecado. Cuando uno está mal con Dios, está mal consigo mismo. El día de la liberación llega cuando reconocemos nuestra maldad y la confesamos. Ese día llegó para Judá. Y para ti puede ser hoy. ¡Dios te bendiga!
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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