Una vida de intimidad con DiosMuestra

Morada eterna
“...Disfruten de cada momento... Hagan todo lo que quieran hacer... Pero recuerden que tendrán que rendirle cuentas a Dios de cada cosa que hagan”, Eclesiastés 11:9 (NTV).
En los tiempos finales habrá dos juicios, uno para los creyentes llamado: tribunal de Cristo y, el otro para los incrédulos llamado: el gran trono blanco. El tribunal de Cristo será un juicio de recompensas. En cambio, en el gran trono blanco el juicio será de condenación. Ese día, los incrédulos serán llamados a comparecer ante Cristo para escuchar el aterrador veredicto: condenados al lago de fuego, esto es, al infierno: “...Cuando el Señor... venga... castigará a los que no conocen a Dios y a los que se niegan a aceptar el plan que se les ofrece a través de nuestro Señor Jesucristo... sufrirán la pena del infierno eterno, alejados para siempre de la presencia del Señor...”, 2ª Tesalonicenses 1:7-9 (NT-BAD).
El juicio del gran trono blanco será espantoso. Los pecadores serán juzgados porque durante esta vida no quisieron obedecer a Cristo. Será un trono porque lo ocupará el Rey; será grande por causa del peso de los pecados que se acumularán sobre los pecadores perdidos. Y será blanco porque reflejará la santidad de quien juzga y la rectitud de las leyes con las que juzgará, Salmo 9:7-8. La solemne verdad de que un día nos presentaremos ante el Juez eterno debería llevarnos al arrepentimiento de nuestros pecados, antes que sea demasiado tarde.
¿Qué clase de vida estamos llevando? Lo que hacemos hoy con Cristo y su obra determinará dónde y cómo pasaremos la eternidad. Las personas lanzadas al lago de fuego pudieron haber sido salvas si se hubieran vuelto a Cristo. Pero no lo hicieron. No les faltó el amor de Dios ni fue insuficiente la gracia, simplemente no quisieron creer. Un día, sí o sí, todos deberemos presentarnos en uno de los dos juicios mencionados: el tribunal de Cristo o el gran trono blanco. La diferencia entre ellos es abismal. Estar en el tribunal de Cristo significará disfrutar de la comunión con Dios para siempre. Presentarse en el juicio del gran trono blanco implicará un destino eterno de perdición, sin oportunidad de cambio. Nadie sabe cuánto tiempo nos queda antes de que crucemos el umbral de la muerte; por lo tanto, no demores un instante más. ¡Toma la decisión de ir al cielo! Nosotros ya hemos declarado a Cristo como nuestro Señor. ¿Qué harás al respecto?
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/