Una vida de intimidad con DiosMuestra

¿Se heredan los pecados de los padres? II
Los hijos de Coré se salvaron del castigo porque no siguieron los malvados pasos de su padre, Números 26:11 (NTV). No imitemos los patrones destructivos de nuestros antepasados. No tenemos ninguna obligación espiritual de solidarizarnos con el pecado de ellos. No participemos ni seamos cómplices en sus iniquidades. Padres, no apañen los pecados de sus hijos ni participen en ellos. Hijos, mediten muy bien en el sombrío destino de los hijos de Datán y Abiram antes de hacer causa común con sus padres en sus pecados. Mujer, no hagas causa común con la rebeldía de tu esposo. Observa a las esposas de Datán y Abiram. Fueron condenadas al infierno por respaldar la rebeldía de sus maridos. ¿Y qué pasará con aquellos que apoyan el pecado de sus líderes? Pensemos en Coré, Datán y Abiram. Todos sus seguidores tuvieron su mismo final. Seremos preservados del castigo divino siempre que no imitemos los pecados de nuestros líderes, aun cuando estos sean nuestros padres biológicos.
Coré murió por su rebeldía; mientras que sus hijos se salvaron por su obediencia. Es más, sus descendientes se convirtieron en personas ilustres y llegaron a ocupar puestos de honor en el servicio del santuario. Entre otros privilegios, fueron porteros en la casa de Dios (1º Crónicas 9:19) y salmistas reconocidos, 1º Crónicas 6:31-37. Cuando Dios recompensa y restaura lo hace a lo grande.
Los hijos de Coré fueron grandemente usados por Dios porque no siguieron los oscuros pasos de su padre. Estuvieron decididos a desprenderse del triste ejemplo de sus progenitores para servir y honrar a Dios. Como consecuencia fueron recompensados por su decisión. Tenemos ante nosotros el testimonio de un poderoso acto de restauración familiar. Los hijos del rebelde Coré se transformaron en adoradores y salmistas ungidos. Sus canciones abrían los cielos y atraían victorias para su nación. Todo esto nos revela una profunda enseñanza: en el reino de Dios una persona puede alcanzar la cumbre del éxito y del honor, a pesar de que sus padres hayan fracasado. Y tú, ¿de quién eres hijo? Posiblemente no te sientas orgulloso por el apellido que portas. Quizás no puedas levantar la cabeza como lo hizo David cuando Saúl le preguntó quién era su padre. Pero de algo estamos seguros. Cualquiera haya sido tu pasado Dios puede restaurarlo. Tu futuro puede ser tan brillante como el de los hijos de Coré. Lo único que necesitas es consagrar y dedicar tu vida al Señor, tal como ellos lo hicieron.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/