Una vida de intimidad con DiosMuestra

Carretera de la santidad

“...El Señor... a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda vendrá”, Malaquías 3:1(NTV).

El Señor vendrá. Sí, vendrá a tu vida, a tu hogar y a la iglesia. Pero antes debes prepararle un camino: “Un gran camino... se le dará el nombre de Carretera de la Santidad...”, Isaías 35:8 (NTV). La santidad precede a la manifestación de Su Presencia. Y es nuestra la responsabilidad de crearle al Señor un ambiente santo.

Dios se reveló a Adán y a Eva porque no existía el pecado; la única cosa capaz de separarnos de Dios. Cuando Dios quiso encontrarse con su pueblo en el desierto le dijo a Moisés que lo santificara, Éxodo 19:10. Cuando David quiso traer la presencia de Dios a la nación santificó a los líderes, 1º Crónicas 15:11-12. ¡La presencia de Dios es incompatible con el pecado! Si anhelas en tu vida y en tu hogar un encuentro poderoso y transformador con la presencia de Dios deberás prepararle antes un CAMINO DE SANTIDAD. “El Señor reserva su amistad personal para los que le tienen... temor reverente”, Salmo 25:14 (PDT).

Pedro dijo: “...Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios... Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio...”, Hechos 3:19-20 (NTV). Observa la secuencia. Arrepentimiento y búsqueda de Dios en primer lugar y, luego, tiempos de refrigerio. Esto se refiere a la manifestación de la presencia de Dios en un avivamiento prometido. ¿Lo ves? No habrá presencia ni bendición sino se le prepara a Dios un camino de santidad. Santifica tu relación con Dios. Disfruta de las citas con Él, todos los días del año. Jamás las suspendas. Dale a Dios tus mejores fuerzas y tu mejor tiempo. ¿No ha dicho el Señor: “...Me hallan los que temprano me buscan”, Proverbios 8:17? Muy pronto aprenderás que cuando pones a Dios en primer lugar, las horas se multiplican y eres más efectivo y productivo que cuando no lo haces.

Recuerda incluir en tus encuentros con Dios las acciones de gracias: “Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud”, Salmo 50:23 (TLA). ¡Tantos motivos tenemos para agradecer! No dejes que la hierba mortífera de la ingratitud envenene tu alma. Agradece para estar contento. Además, en tus tiempos a solas con el Señor canta, lee la Biblia, adora, cuéntale lo que te agobia. Nada es demasiado pequeño para tu Padre Celestial. ¡No descuides ni menosprecies tu vida espiritual, pues tiene potencia sobrenatural!