Una vida de intimidad con DiosMuestra

Lo que dices recibes
“Confíen en nuestro Dios... si lo hacen todo saldrá bien”, 2º Crónicas 20:20 (TLA).
Cuando Josafat supo que le habían declarado la guerra buscó a Dios y alentó al pueblo a que también lo hiciera. Luego nombró levitas para que marcharan delante del ejército cantando, alabando y dando gracias al Señor, 2º Crónicas 20:21. Como resultado, algo sobrenatural sucedió: “En cuanto empezaron a cantar, Dios confundió a los enemigos... y acabaron matándose unos a otros...”, 2º Crónicas 20:22 (TLA).
Josafat ganó una guerra solo con los recursos espirituales de la adoración y la gratitud. Balac, un rey pagano, también creyó que podría hacerlo si se aprovechaba de otro recurso espiritual: la maldición. ¡Y casi lo logra! “Balac... empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam... para que lo maldijera”, Josué 24:9 (NTV). “Pero yo no dejé que Balaam los maldijera, y tuvo que bendecirlos...”, Josué 24:10 (DHH). Balac no sabía que Israel estaba protegido por un Dios que no duerme. No existe infierno capaz de prevalecer contra una persona, familia, iglesia o nación que camina en obediencia y bajo la protección de Dios.
Observa cuidadosamente: “Pero yo no dejé que Balaam los maldijera, y tuvo que bendecirlos...”, Josué 24:10 (DHH). ¿Quién bendijo? Balaam. ¿Y quién salvó a Israel? Dios. Dios salva porque Balaam bendijo. ¡Guauuuu! Dios no pudo resistirse a salvarlos porque una bendición había sido activada. Cuando sueltas una palabra de bendición, esa palabra se activa y comienza a hacer lo que tú quieres que haga. Así funciona el poder de la bendición.
Jesús enseñó: “Cualquiera que dijere... y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”, Marcos 11:23. Nota la secuencia: “dijere”, “creyere”, “será hecho”. En otras palabras, “si crees lo que dices, lo que dices te será hecho”. La palabra hablada tiene vida y hace cosas aunque no veamos el resultado inmediato. Lo que se dice, bueno o malo, SUCEDE. ¡Ten cuidado y disciplina tu boca! En ella podría estar tu milagro, pero también tu perdición. No maldigas lo que Dios está bendiciendo. La gente hace eso todo el tiempo, sin saber que se las verán con Dios como le ocurrió a Balaam. Amordaza tu boca cada vez que sientas la tentación de hablar mal y, en su lugar, habla bendición. En este preciso momento activa bendiciones sobre tu vida, familia y ministerio. Que la bendición sea tu estilo de vida.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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