Una vida de intimidad con DiosMuestra

¿A quién perteneces?

1ª Tesalonicenses 5:5-20 dice: “...Todos ustedes pertenecen a la luz, por lo tanto pertenecen al día... no durmamos... permanezcamos alerta... permanezcamos sobrios... no es la intención de YAHWEH que suframos su furia, sino que alcancemos la salvación... Por lo cual, anímense y edifíquense (con el buen trato, las palabras, las conversaciones) unos a otros así como lo están haciendo... respeten a aquellos entre ustedes que trabajan arduamente, los que los guían... para ayudarlos a cambiar, trátenlos con la más alta estima y amor... Vivan en Shalom entre ustedes... confronten a aquellos que son vagos, traten de ayudarlos a cambiar, alienten a los tímidos, asistan a los débiles y sean pacientes con todos. Miren que nadie pague mal por mal, por el contrario siempre traten de hacer el bien unos a otros, y a todos. Siempre estén alegres. Oren... En todo den gracias, porque esto es lo que YAHWEH quiere de ustedes, que estén unidos con Mashíaj Yahshúa (Jesús). No apaguen al Ruaj (Espíritu Santo), no menosprecien los mensajes inspirados”, DA.

“Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, solo conseguiría el desprecio”, Cantares 8:6-7 (BAD).

¡Qué interesante el contraste que presentan estos dos pasajes bíblicos! Cantar de los Cantares nos dice que ni siquiera un enorme río o una gran catarata podrían extinguir el amor divino, pero Pablo les dice a los cristianos de Tesalónica que las obras de la carne tienen el potencial de apagar la voz y el obrar del Espíritu Santo.

Efesios 4:30 nos insta: “No hagan poner triste al Espíritu Santo...”, PDT. ¿En qué contexto aparece este mandamiento? En los versículos precedentes, más específicamente desde Efesios 4:24 dice que los cristianos somos gente nueva. Por lo tanto debemos:

- Seguir la santidad

- Dejar las mentiras y decir siempre la verdad.

- No dar oportunidad al diablo para que nos derrote.

- No robar sino trabajar.

- Erradicar toda forma de enojo o amargura.

- No decir insultos o malas palabras, no gritar y evitar toda clase de maldad.

- Ser amables y considerados unos con otros.

- Perdonar de la misma forma que Dios nos ha perdonado, a través de Cristo.

Esto solo es posible si le damos espacio al obrar de Dios, renunciando a toda independencia o terquedad. ¿Seremos de los que edifican la obra del Señor o los que la destruyen con palabras erradas y acciones egoístas? ¡Dios nos libre de ser tropiezo a los demás!