Una vida de intimidad con DiosMuestra

Cristianos encerrados en los templos

“...Los sacerdotes... estaban sumamente molestos porque Pedro y Juan enseñaban a la gente... Los arrestaron y... los metieron en la cárcel...”, Hechos 4:1-3 (NTV).

Jesús murió y la iglesia nació. El Espíritu Santo descendió y la iglesia creció sobrenaturalmente. El diablo no sabía cómo detener a esos primeros cristianos. Entonces, ¡decidió encerrarlos en la cárcel! Los persiguió por tres siglos. Al final se percató que no daba resultado, ya que la iglesia seguía expandiéndose. Entonces cambió su estrategia. ¡LOS ENCERRARÍA EN LOS TEMPLOS!

Desde que la iglesia practica la fe de puertas hacia adentro perdió la pureza y la comunión con Dios. Como resultado, dejó de compartir la fe. Necesitamos retomar la senda antigua. Necesitamos conectarnos con el Espíritu Santo para que la iglesia vuelva a estar en las calles. Es cierto que Jesús nos ordenó predicar, pero nunca de manera independiente. ¡Desconectados del Espíritu la iglesia carece de poder y su trabajo no produce resultados!

Los primeros creyentes se reunían para orar en el aposento alto y salían a las calles para compartir la fe. Por tal razón los creyentes mudos cooperan con el propósito del diablo que es SILENCIAR la voz de Dios a través de la iglesia, Hechos 4:17-20. ¿Quiénes eran aquellos religiosos que perseguían a la iglesia? Los hijos del diablo, Juan 8:4. Advierte una cosa: los hijos del diablo no exigían que los creyentes dejaran de hacer milagros o que renunciaran a la fe sino, ¡QUE NO LA COMPARTIERAN!, Hechos 4:2. El diablo no se molesta cuando profesamos nuestra fe de puertas hacia adentro, pero ‘se brota’ cuando salimos a la calle y nos convertimos en mensajeros del amor de Dios. Por lo tanto: ¡hagamos que el diablo se entristezca y Jesús se alegre!

En la iglesia ejercemos un ministerio, pero hacia el mundo tenemos una misión. Tu ministerio es servir a los creyentes, pero tu misión es servir a los no creyentes. Agradas a Dios cuando lo que a Él le importa también te importa a ti. ¿Y qué le importa a Dios? Que las personas se vuelvan a Él, 2ª Corintios 5:18. Lo que más nos cuesta hacer es levantar el púlpito en nuestros trabajos y testificar de Cristo. Digamos como Pablo: “...Lo que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, como me lo ordenó el Señor Jesús”, Hechos 20:24 (TLA). Nada es más importante que cumplir la misión de predicar a Cristo. Y nada dejará un legado más grande: ¡vidas salvadas!