Una vida de intimidad con DiosMuestra

La única cosa que Dios no hará por nosotros
¿Deseas que tu hogar sea el lugar de la Presencia de Dios? Entonces prepárale un ambiente de honra. Dios va donde lo invitan, pero se queda donde lo respetan.
Nosotros tenemos la responsabilidad de crear un ambiente de reverencia en el hogar y en todo sitio bajo nuestra autoridad. Pensemos en David. Hizo que Dios se sintiera bienvenido, 1° Crónicas 15:1. Además, santificó los líderes y conformó un coro de músicos y cantores para que adoraran las 24 horas del día, los 7 días de la semana, 1° Crónicas 16:37. ¿Y cuál fue el resultado? El Señor se hizo presente e Israel vivió su época más esplendorosa.
Dios puede hacerse cargo de una familia, iglesia o nación, pero necesita que le preparemos una atmósfera de honor y temor reverente. Toma la firme decisión de que en tu hogar se respete a Dios. Termina con la irreverencia. Que todos abandonen las malas palabras. Sé implacable con la mentira y el pecado. ¡Y verás como la presencia de Dios se manifiesta! Cuando tú decides respetar a Dios, Dios te bendice con su presencia.
Recordemos la historia de Ananías y Safira.
Le mintieron al Espíritu Santo, Hechos 5:3. Fueron confrontados por su mal proceder, pero persistieron en pecar y cayeron muertos. No existe evidencia bíblica de que Dios le haya ordenado a Pedro que ejecutara juicio, condenando a muerte a Ananías y Safira. Lo que parece es que Pedro tomó la decisión de reprender la irreverencia y Dios lo apoyó trayendo juicio a los irreverentes y un profundo temor a toda la iglesia.
Pedro fue drástico con Ananías y Safira porque sabía que tal comportamiento ponía en riesgo la presencia del Espíritu Santo. El pecado entristece primero y apaga luego al Espíritu Santo. Toda la iglesia sufre por eso. Pedro entendió la importancia de restablecer un ambiente de respeto y mantener ese ambiente para que Él permanezca en un lugar. Esa es nuestra responsabilidad, no la de Dios. Ten presente que no fue Dios sino Pedro quien puso orden. En ocasiones esperamos que Dios ponga orden en un lugar, cuando lo deberíamos hacer nosotros. ¿Por qué pretendemos que Dios haga lo que nos corresponde?
Dios no pondrá orden en tu casa, ¡tú tienes que hacerlo! Toma la iniciativa de ‘ordenar’ tu vida, hogar y ministerio y te sorprenderás de lo que Dios hará.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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