El proceso de Dios para el corazón quebrantadoMuestra

Corre a sus brazos otra vez

Mientras el ruido del mundo nos grita que no somos dignos de perdón y el peso de la condenación intenta mantenernos lejos de su presencia, el evangelio proclama con mayor fuerza que la bondad, el amor y la compasión de Dios se derraman sin medida sobre nosotros. No porque lo merezcamos, sino por la perfecta obra que Cristo completó en la cruz.

Salmos 103:10-11 (NBLA) nos recuerda una verdad profunda y esperanzadora para aquellos que estamos en Cristo: «No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades». Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen».

Por eso, podemos proclamar con confianza, tal como declara la canción Otra vez: «Jesús, a tus brazos regreso, descanso en que estás en control, y aun cuando no lo comprendo, confío en tu corazón».

Otra vez puedes correr a sus brazos. Otra vez puedes acercarte. Otra vez puedes presentarte delante de él, sabiendo que no ha terminado la obra contigo. Como declara el Salmo 42:5 (NBLA): «¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarlo otra vez por la salvación de su presencia».

Otra vez es un canto de adoración que nos recuerda que, a diferencia de los recursos terrenales, Dios es una fuente inagotable de amor. No importa en qué estado te encuentres —ya sea en tu mejor o en tu peor momento—, la vida cristiana es un caminar constante con Dios, donde triunfa su misericordia y su gracia redentora nos renueva para exaltar a Jesús y contemplar la obra que Él continúa realizando en nosotros día tras día.

Por eso podemos cantar con confianza: «Toma las piezas de mi corazón, que puedan ser una ofrenda de adoración, una ofrenda de adoración».