El proceso de Dios para el corazón quebrantadoMuestra

El despertar

Todos atravesamos momentos en la vida en los que parece que hemos perdido el rumbo, temporadas en las que la fe se vuelve rutina, la oración se apaga y lo eterno se difumina entre el brillo engañoso de lo pasajero. Incluso en el ministerio podemos encontrarnos desenfocados, cavando nuestras propias cisternas rotas mientras la fuente de agua viva sigue ahí, esperando saciar nuestra sed más profunda. Así terminamos, como en la historia de la torre de Babel en Génesis, levantando nuestros propios reinos, torres de autosuficiencia y éxito personal, olvidando que fuimos creados para reflejar y vivir para la gloria de Dios.

Pero la buena noticia es que, aun en el momento más oscuro, hay esperanza. Dios nos ha bendecido con la misericordia del arrepentimiento: ese camino abierto por Jesús para correr nuevamente hacia él, con la confianza de que nuestro lugar en la mesa aún nos espera.

El clamor de Babel (canción de la banda Un Corazón), «¡Oh Padre nuestro, perdón!», es más que versos y melodía; es el eco del alma de una generación que reconoce lo fácil que es dejarse arrastrar por placeres efímeros, pero que anhela despertar de nuevo a una relación viva y vibrante con Jesús, donde el corazón encuentra otra vez su lugar como adorador.

Ese despertar no ocurre por nuestras fuerzas —pues ¿qué fuerza puede tener quien está extraviado y sin aliento espiritual?— sino por su Espíritu, que amorosamente nos confronta, nos levanta del polvo y vuelve a encender en nosotros el fuego de su presencia. Como proclama el puente: «Un mover, un despertar, cuando llenas el lugar hay libertad». Todo mover de Dios, todo avivamiento, nace del quebranto y del arrepentimiento genuino, de un clamor que brota del alma y expresa el deseo ardiente de que Cristo vuelva a ser el todo de nuestra vida.

Efesios 5:14 declara: «Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo». Es una llamada de esperanza para todo aquel que se ha debilitado, una invitación a volver a la luz de su Palabra y a la búsqueda apasionada de un corazón que ha entendido que solo Cristo satisface.

Que, en su misericordia y gracia, nuestras torres de orgullo caigan, y que su reino venga y habite entre nosotros. Porque donde Cristo toma su lugar, hay libertad, sanidad y propósito.

Oración:

Padre, perdónanos por los momentos en que hemos construido nuestro propio reino. Enfoca nuestra mirada en Cristo y su glorioso evangelio. Despierta lo que está dormido, reaviva nuestra pasión y llena nuestra alma con tu presencia. Ven, Cristo, ven. Amén.

Este Plan Bíblico está basado en el álbum «Kintsugi» de la banda Un Corazón. Si le gustaría escucharlo, encuéntrelo aquí.